EDITORIAL

En este tercer número de Noticias UNGS de este año 2015, en el que la revista de la Universidad cambió su formato, su periodicidad y sus contenidos, varios asuntos reclaman la consideración de los lectores, pero entre todos ellos hay uno especialmente al que hemos decidido darle un espacio fundamental y una importancia decisiva. Se trata de la cuestión de la memoria, de los modos en que hacemos presente entre nosotros las vidas, las luchas y muchas veces los padecimientos y la muerte de muchos militantes que en años más remotos o más cercanos (en los años de la última dictadura cívico-militar, por cierto, aunque desgraciadamente, en más de un caso, también en los años que siguieron) padecieron las formas más ominosas de la violencia estatal sobre sus cuerpos. A ese asunto están consagradas las notas de la primera sección de este septuagésimo número de nuestra revista, y también la cobertura de una importante muestra artística que se comenta en la sección dedicada a los fenómenos de lo que por comodidad o rapidez solemos llamar cultura.

Que es una bella palabra, desde ya. Que si por un lado mira siempre hacia el pasado y busca como lo hace esta muestra a la que nos referimos rendir culto (la voz latina cultus alude en primer lugar a ese tipo de trato de deferencia y de respeto que tenemos hacia nuestros muertos) a aquellos que ya no están entre nosotros, por otro lado no deja también de mirar hacia el futuro, porque el otro sentido que tiene esta palabra tan rica que estamos comentando, cultura, es el sentido del cultivo de la tierra, de esa misma tierra que abonan y enriquecen los restos de nuestros mayores, y a la que solicitamos que nos dé los frutos con los que alimentar a nuestros hijos, a los que vienen llegando al mundo que nosotros les dejamos. Por eso la cultura es también la preocupación por el mundo que dejamos, y que queremos dejar mejor que el que recibimos. En este número de Noticias UNGS también se habla de esto: del mundo más vivible que tenemos que construir sobre la base del respeto mutuo, de la pasión por la igualdad y del reconocimiento de los derechos de todos y de todas. La lucha contra todas las formas de la discriminación y de la violencia es una de las formas de ese cultivo del futuro en el que debemos empeñarnos, y al que la Universidad debe consagrar sus afanes intelectuales y sus esfuerzos militantes.

Por eso seguimos hablando aquí, como lo hacemos en cada número, sobre la propia Universidad. Tanto más en este año en el que se ha decidido encarar la tarea fundamental de revisar su norma fundamental: su Estatuto General. Sobre los desafíos de esta empresa conversaron hace poco (y aquí se da cuenta de ello) tres de los cuatro exrectores de la Universidad, y sobre ese mismo asunto opinan aquí, a pedido de la redacción de esta revista, los miembros de las tres agrupaciones estudiantiles más representativas de las posiciones políticas de los miembros de ese claustro. Seguiremos incorporando (en números sucesivos de esta publicación) otras voces a este debate decisivo, al mismo tiempo que nos seguiremos ocupando de presentar a los lectores los aportes de los equipos de la Universidad en los distintos campos en los que desarrollan sus tareas académicas y de interacción con la comunidad, sus contribuciones al desarrollo de la ciencia y su colaboración informada y pertinente al mejor desarrollo de las grandes discusiones colectivas que se despliegan en el seno de la sociedad.

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