RAFAEL SPREGELBURD Y GUILLERMO MARTÍNEZ VISITARON LA UNGS
Invitados a exponer en las IV Jornadas de Lógica Informal y Argumentación, organizadas por los institutos de Ciencias y del Desarrollo Humano de la UNGS, el actor y dramaturgo Rafael Spregelburd y el escritor y matemático Guillermo Martínez conversaron con Noticias UNGS.
–Rafael, ¿podría decir que el teatro influye en la vida de las personas?
–El teatro no es más importante que la arquitectura o la ilustración. Es siempre una manifestación cultural, una manifestación humana, y como tal puede incidir sobre aspectos importantes de la vida de las personas. El teatro es capaz de poner y ponerse en escena con recursos elementales y sin mediación de la tecnología; es una de las actividades más generosas para promover la discusión, para la polémica: un grupo de personas en una sala viendo una obra es siempre un hecho político, porque reúne una polis. El elemento teatral está puesto para el debate y uno siente que, por ejemplo, si se ríe de algo que sucede se está poniendo a favor o en contra de alguna idea. El que está sentado al lado es un posible contendiente.
–¿Por qué hablar de teatro en una jornada de lógica y argumentación?
–Creo que tiene que ver con la capacidad de crítica del teatro, de poner algo en discusión. El público ya está dividido cuando se sienta en la sala. Si bien todos asisten a un fenómeno estético en común, el teatro no debe gustar. El teatro debe profundizar las divisiones y polémicas que generan grietas, que permiten pensar la realidad con herramientas lúdicas. Esto es lo más importante que yo defiendo del teatro. Cada vez que al teatro se le adosan otros sentidos empieza a ser irrelevante, sobre todo –y teniendo en cuenta que estamos en el marco de estas Jornadas– en comparación con la política, la sociología u otras ciencias. Espero que en la mesa hablemos de teatro específicamente, sobre nuestro quehacer. Cuanto más específico es el punto de vista de alguien que realiza una única actividad, más chances hay de generar puentes de comunicación con una actividad; si en cambio tratara de hablar sobre la filosofía en el problema teatral creo que solo sería un amateur.
–¿Cuándo y cómo se inició en la lectura, y cuándo se convirtió en escritor?
Martínez: –Me inicié en la lectura desde chico, mi papá era escritor y en casa los libros y la literatura eran algo muy apreciados. Mi mamá era profesora de Letras, así que leí desde siempre y escribí mi primer cuento a los 8 o 9 años, y a los 14 publiqué mi primer libro.
–¿Qué recorridos sugiere para formarse como escritor?
–Lo esencial me parece que es tener una gran cantidad de lecturas, eso da una cierta percepción de la profundidad de los temas, de la variedad de registros, de procedimientos, de modos de enfocar los temas, la sensación de profundidad. Lo esencial es la lectura, la escritura siempre viene a posteriori.
–¿Podría establecer una relación entre su formación en matemática y su producción literaria?
–No estoy seguro de los aportes que puedan haberse dado. Diría que en mi novela Crímenes imperceptibles aportó personajes, ámbitos, la forma de hablar de los matemáticos, porque por supuesto he vivido entre ellos muchos años, pero no creo que haya elementos de estilo que tengan que ver con mi formación matemática. Aún hoy concibo mis historias al igual que cuando era joven y no había empezado la carrera como matemático.
–¿Se podría haber situado Crímenes… en una universidad argentina?
–Sí, pero el problema de la Argentina para situar una novela policial es cómo pensar el rol de la Policía, con su papel siempre complicado en las investigaciones. El ámbito inglés deja a salvo esos elementos que están en la imaginación sobre qué significa un policía y qué significa una investigación.