COLECCIÓN PENSADORES DE AMÉRICA LATINA.
Oscar Masotta, un estremecimiento nuevo. Gerardo Máximo García. Ediciones UNGS. Colección Pensadores de América Latina. Los Polvorines, 2019.
Para Oscar Masotta el saber emergía de la polémica. Una de sus grandes discusiones las tuvo con el epistemólogo Gregorio Klimovsky, que había planteado que había que elegir: o se hacía política de izquierda o se hacían happenings. La sentencia de Klimovsky tenía destinatarios específicos. Uno de ellos era claro, porque era marxista y hacía happenings. Era Masotta, que decidió responder a esa y a otra frase del epistemólogo, quien aseguraba que el materialismo dialéctico estaba más presente que la filosofía analítica en la enseñanza de la filosofía. Masotta jugó fuerte: dijo que Klimovsky no era de izquierda, y que eso quedaba claro en sus propios argumentos. Primero porque era mentira que existiera en la Argentina de los años sesenta una preponderancia de la enseñanza del marxismo. Segundo porque la alternativa entre marxismo y filosofía analítica era falsa.
Este es solo uno de los debates y las líneas que aborda el psicoanalista Gerardo Máximo García en Oscar Masotta, un estremecimiento nuevo. El libro se inscribe en la Colección “Pensadores de América Latina”, caracterizada por una exploración profunda sobre ciertas figuras a través de sus trayectorias y de sus obras. El libro explora quién fue Masotta, ese autodidacta, artista y transmisor de la teoría freudiana. También qué discusiones sostuvo, qué espacios de intervención eligió y desde dónde indagó la sociedad. Aunque la disputa con Klimovsky podría llevar a suponer lo contrario, uno de los terrenos centrales de la indagación de Masotta fue él mismo. De hecho, García cuenta que Lacan le habría dicho a Masotta: “Usted no habla más que de usted mismo”. Una de sus obsesiones era conjugar la ideología marxista y el arte pop, o combinar la conciencia con la estructura, bajo la sospecha de que la estructura no es todo. Así fue que llegó al psicoanálisis. En sus escritos de entonces asegura que seguía creyendo en la revolución y en el proletariado, pero también que como intelectual su rol era teórico y su compromiso era llegar lo más hondo posible en ese terreno.
Masotta se deslumbró en los 50 con la filosofía sartreana y fue parte, con Juan José Sebrelli y Carlos Correas, del “trío peronista” de la revista Contorno, aunque se definía como “anti-antiperonista”. Luego se metió en la vida artística y fue uno de los primeros en hacer happenings en Buenos Aires. Indagó las obras de vanguardia, debían negar algo, pero no de forma caprichosa, y poner en duda grandes géneros artísticos. Quería combinar praxis revolucionaria y praxis estética. Ahí encontró un cruce entre marxismo y psicoanálisis teorías que, según él, se articulaban en base a un planteo ético. Desde entonces fue “un autor sospechoso que escribe sobre temas de psicoanálisis sin ser un psicoanalista”, y fundó la Escuela Freudiana de Argentina. El libro explora la obra y las preocupaciones de una persona que “tenía demasiadas cosas en la cabeza para decidirse por una sola”.
Iván Schuliaquer