GALERÍA: UN EPISODIO DE LA FIEBRE AMARILLA EN BUENOS AIRES, RESEÑA POR ROBERTO AMIGO.

Desde hace varios años, cuando la Universidad puso a funcionar su Licenciatura en Cultura y Lenguajes Artísticos, varios de los muros de los edificios del campus de la UNGS se visten con reproducciones en gran tamaño de algunas piezas especialmente destacadas de la historia de la pintura rioplatense. En las mismas paredes luce en cada caso la indicación del nombre de la tela y del pintor, y una mínima referencia sobre ambos. A fin de completar el valor didáctico y de estímulo a la reflexión de esa iniciativa, en los próximos números de Noticias UNGS se ofrecerá a los lectores una serie de reflexiones del profesor Roberto Amigo, especialista en historia del arte e investigador docente de la casa, sobre cada una de esas obras. Comenzamos estas cinco entregas con un estudio sobre Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, de Juan Manuel Blanes.

Esta obra, de 1871, representa la escena del hallazgo, en una habitación humilde, de un niño sobre el cadáver de su joven madre. El cuadro muestra el momento del ingreso a la habitación de José Roque Pérez y el joven Manuel Argerich. Este episodio de la muerta y el bebé fue tomado por el artista de diarios de la época. Sabemos así que la mujer era italiana, que su nombre era Ana Bristiani y que vivía en la boca del Riachuelo. También sabemos que el muchacho repartidor de los boletines de la epidemia era uno de los nuevos italianos que vivían en la ciudad. Aún más, Domingo Faustino Sarmiento afirmó que el cadáver semidesnudo, “por la manera de estar en el lecho, declara ser italiano».

Andrés Lamas percibió con agudeza cómo Blanes expresó la desigualdad de la sociedad moderna: “Para completar la expresión de la condición social de los habitantes del estrecho y casi desnudo cuarto, la puerta que ya está abierta nos deja ver al frente una casa de dos o más pisos, que tendrá espaciosos salones, cómodos aposentos en que habrá ricos tapices, muelles asientos, lujosas y cómodas camas, bien provistas bodegas, de que nadie se sirve, ni a nadie pueden servir en el momento, porque las puertas cerradas dan a entender que los dueños han abandonado la casa para buscar, lejos de allí, en una atmósfera más pura, la salvación y la salud”.

Significativamente, la nivelación social de la peste es velada por el artista: los cuerpos de José Roque Pérez y Manuel Argerich no son expuestos sino representados en el momento de prestar socorro, por ello la luz –referencia a la masonería– invade el ambiente sombrío de la muerte, y oculta parcialmente la estampa de la virgen sobre la cama del hombre muerto, cuya frazada tiene como guarda los colores de su patria. La puerta abierta hacia la calle remite no solo al contraste social –que señaló Lamas– sino también al espacio público, territorio de la acción operativa de la sociedad secreta.

La muerte ejemplar acorde a los ideales masónicos fue importante en la pintura de Blanes de comienzos de los años setenta. En 1870, el autor había expuesto otra muerte cara a la masonería rioplatense: Asesinato de Florencio Varela. Esta obra también tuvo una importante repercusión gracias a los elogios del diario La Tribuna, propiedad de los hijos del asesinado, de Bartolomé Mitre y de Andrés Lamas. Este último, además de masón era también católico, como Blanes.

Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires se expuso en el foyer del Teatro Colón, que funcionaba como lugar de reunión de los talleres masónicos hasta la construcción del templo de la Gran Logia Argentina. La educación y la asistencia pública fueron los lugares privilegiados de la actuación filantrópica de la francmasonería, con el objetivo de elevar moral e intelectualmente al hombre moderno.

Luego de la caída de Rosas, la masonería se desarrolló rápidamente en la Argentina, relacionada de una manera compleja con los sucesos políticos del país. Los principales dirigentes políticos se incorporaron a la sociedad iniciática, cuyo gran maestre fue José Roque Pérez, quien cohesionó a la logia integrándola a los intereses porteños triunfantes militarmente sobre la Confederación Argentina. El otro masón representado es el abogado Manuel Argerich, cercano a Francisco Bilbao. Este joven murió cuando la Comisión Popular, de la que era un destacado miembro, se había disuelto ante el fin de la epidemia. Fue uno de los últimos muertos, contagiado luego de su tarea de auxilio. Había presidido la logia Regeneración N.° 5, y ya había sido secretario de la comisión que actuó bajo la epidemia de cólera del 67. Por otra parte, había combatido en Cepeda y Pavón. En su sepelio fue recordado como ejemplo de los ideales de la juventud de Buenos Aires.

La versión definitiva del cuadro corresponde al tipo iconográfico de la deploración ante el cadáver. La figura femenina –que indica el positivismo en la representación del cadáver– es una alegoría de la peste. Blanes otorgó a una escena de género, emparentada con el tópico del médico –aunque sean dos doctores en leyes– en la casa del pobre, los valores de la pintura de historia. En este sentido, la representación del héroe adquiere capital importancia. Las figuras de Pérez y Argerich transmiten al espectador las nociones de ejemplaridad y moralidad, que sustentan el didactismo de la pintura histórica decimonónica.

Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires fue la culminación de la representación de héroes republicanos de Buenos Aires, una ciudad que se consideraba cuna de los ideales de la Nación. La elite colocó el cuadro de Blanes en el contexto de una nueva definición de los ideales de la ciudad asociándolo con el deseo de finalizar con los años de discordia de las luchas facciosas –la otra peste–, y, a la vez, iniciar un camino de modernización, que incluía reformas higienistas. Nada más potente para ello que el recuerdo del sacrificio de los miembros de la elite en el auxilio de los nuevos inmigrantes. Los nuevos héroes no llevaban espadas.

Roberto Amigo

La peste en Buenos Aires

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Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, 1871, óleo sobre tela, 230 x 180 cm.
Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo.

Juan Manuel Blanes (Montevideo, 1830 – Pisa, Italia, 1901). Se formó en Florencia en el taller de Antonio Ciseri. A su regreso a mediados de 1860 se convirtió en el pintor más destacado del Río de la Plata en el género de la pintura de historia. Además fue un prestigioso retratista y pintor de costumbres rurales. Realizó pinturas emblemáticas del arte rioplatense, como las Victorias de Urquiza en el Palacio San José de Entre Ríos (anterior a su formación académica), Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, El Juramento de los 33 Orientales, La Revista de Rancagua, El fusilamiento de Carreras, La ocupación del Río Negro, y sus famosos cuadros de tipos rurales conocidos como los “gauchitos”.

Ninguna pintura en la historia del arte rioplatense causó tal conmoción colectiva en el momento de su exhibición como Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, no solo porque representaba a los héroes civiles que habían fallecido socorriendo a los enfermos durante la epidemia que azotó Buenos Aires en 1871, sino también porque presentaba un estilo pictórico hasta entonces inédito en la región, de un verismo que asombró al público, que se sentía inmerso en la escena pintada. Generó, además, uno de los primeros debates estéticos, dando comienzo a una crítica de arte local.

La pintura –como lo había sido también la peste– funcionó como una imagen condensadora de diversas cuestiones no artísticas, entre ellas, la modernización de la ciudad, la higiene, la inmigración italiana, la masonería y la “peste política”.