ACADÉMICAS.

Bajo el lema “Las ciencias sociales en escenarios de cambio” se llevaron adelante las IX Jornadas de Sociología de la UNGS. El encuentro se extendió a lo largo de dos días, durante los cuales más de 80 ponentes de diferentes universidades del país y del exterior presentaron los resultados de sus investigaciones e intercambiaron experiencias y perspectivas.

 

Una nueva edición de las ya muy consolidadas Jornadas de Sociología de la UNGS se llevó adelante en el Campus de Los Polvorines. Con la voluntad explícita de promover discusiones que abarcaran tanto la realidad nacional como la latinoamericana, en esta oportunidad las jornadas estuvieron orientadas por un llamado a reflexionar sobre los actuales procesos de cambio en nuestras sociedades, así como también sobre la elaboración de las herramientas teóricas y metodológicas necesarias para dar cuenta de ellos. Las discusiones giraron sobre las dinámicas del conflicto y las alianzas entre actores sociopolíticos en América Latina, los problemas de la niñez y la juventud en los márgenes, los procesos políticos y económicos en la escala subnacional, los contornos del mundo del trabajo, las prácticas de consumo y la expansión de los agrotóxicos y sus impactos.
Como señaló la rectora Gabriela Diker en la apertura del encuentro, la elección del tema de esta edición de las Jornadas buscó no solo estimular el debate sobre las urgencias de nuestro tiempo, sino reinscribir el trabajo de la sociología en el que fue uno de sus impulsos fundadores: el interés por los procesos de cambio social. Hoy eso supone preguntarse qué se transforma y qué permanece en un contexto de cambio de las coaliciones de gobierno y de la orientación de las políticas públicas, pero también en qué temporalidades se registran esos cambios: cuáles son las coyunturas que señalan clivajes en ciertos procesos (pero no necesariamente en otros) y los ritmos en que se producen ciertas mutaciones, qué tipo de conflictos y acontecimientos marcan aceleraciones, avances o retrocesos respecto de las configuraciones del pasado. Por último, involucra una mirada sobre las relaciones entre diversos actores sociales y políticos, y sus propias perspectivas sobre los procesos de transformación.
Todo ello estuvo en juego en las discusiones producidas en las sesiones de presentación de ponencias y en las actividades de clausura de cada una de las jornadas de trabajo, mostrando la vitalidad de un campo disciplinar a cuyo desarrollo los equipos de la UNGS han contribuido desde su fundación. Pero además, las Jornadas permitieron, trascendiendo las fronteras del trabajo académico, tender puentes con organizaciones sociales y abrir puertas para una rica reflexión colectiva. Es lo que ocurrió en el cierre de las Jornadas, en las que Gabriela Olguín, referente para los trabajadores del espacio público de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), y María Riot y Sofía Escudero, de la Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), participaron del panel Resistencias y articulaciones populares ante la nueva ofensiva conservadora.
Allí, las panelistas repasaron la historia de sus respectivas organizaciones, al tiempo que se detuvieron en la situación actual, marcada por un endurecimiento de las políticas represivas del Estado que afecta directamente a ambos colectivos. En diálogo con Osvaldo Battistini, del área de Sociología del ICI, las expositoras relataron además sus experiencias recientes de articulación con otras organizaciones, y las tensiones que las atraviesan. Así, aunque provenientes de trayectorias de organización y movilización muy diferentes, las representantes de AMMAR y de la CTEP se reconocieron, a lo largo de la charla, atravesadas por un desafío común: el de pensarse a sí mismas como trabajadoras, interpelando con ello a la vez las definiciones del Estado, las categorías del mundo académico y los posicionamientos de otros grupos movilizados.
En el caso de la CTEP, cuya historia está indisociablemente ligada al movimiento piquetero, la propia adopción de una dinámica de organización por rama de actividad, coordinada en una confederación de trabajadores, expresa la voluntad de afirmarse como una “experiencia hija del movimiento obrero organizado”, que aspira además a construir una unidad con éste. Estas pretensiones, sin embargo, chocan muchas veces contra las definiciones del trabajo (y lxs trabajadorxs) que defienden el propio sindicalismo organizado, y también el Estado. Encrucijadas semejantes enfrentan las militantes de AMMAR, cuyas demandas de derechos laborales para las trabajadoras sexuales ponen en cuestión tanto la política del Estado argentino respecto de la prostitución, como los posicionamientos de una parte importante del movimiento de mujeres.