YO NENA, YO PRINCESA.

 

El libro sobre la niña trans Luana, publicado hace ya varios años por el sello editorial de la UNGS y ahora llevado al cine, es un eslabón en una cadena de acciones desplegadas por la Universidad con el propósito de promover los derechos y la igualdad.

 

La historia de Luana, la primera niña trans en tener un DNI acorde a su identidad de género, contada por su mamá Gabriela Mansilla en el libro editado por la UNGS Yo nena, yo princesa. Luana, la niña que eligió su propio nombre, tendrá su adaptación cinematográfica. Este nuevo paso en una lucha larga, difícil e inconclusa permite dar cuenta, revisar, reflexionar sobre el conjunto de acciones en materia de ampliación de derechos que lleva adelante la Universidad desde su creación y que en los últimos años adquirió mucha más fuerza.

“Somos todes importantes en esta historia”, dice Mansilla, en diálogo con Noticias UNGS. Ella asegura haber sentido “el abrazo” de la Universidad desde el primer día, luego de que Valeria Pavan, coordinadora del Área de Salud de la Comunidad Homosexual Argentina, generara un primer contacto. “Hubo muchísimas voluntades, corazones, personas, que se sintieron atravesados por la historia y que hicieron que hoy pudiéramos estar acá”, sostiene la mamá de Luana casi una década después. 

Yo nena…, editado en 2014, está basado en el diario que Mansilla le escribió a su hija “para transmitirle sus ganas de que fuera feliz”. En esos manuscritos, recibidos por la UNGS, la mujer intentó describir cómo fue que la niña manifestó su identidad de género a los dos años. Una historia de lucha contra saberes y prácticas instituidas para que se reconociera el derecho de la niña a su identidad. Una lucha que permitió que por primera vez en el mundo un Estado reconociera la identidad de género asumida por una niña pequeña. 

Pablo Bonaldi fue una de las personas a las que la historia las atravesó. El actual vicerrector en ejercicio del Rectorado de la UNGS, en aquel momento secretario de Investigación de la Universidad, leyó el diario de Mansilla y sintió que esa historia tenía que ser contada. “Que el libro fuera publicado por una editorial universitaria le dio un respaldo de legitimidad importante”, sostiene. Sin embargo, para el sociólogo, “el factor decisivo fue la prédica incansable de la madre, que recorrió el país entero convocada por escuelas, colegios de psicólogos, centros de salud, universidades, organizaciones sociales, para sensibilizar y poner en agenda la discriminación a las personas trans”.

El libro, que lleva ya más de 17 mil ejemplares vendidos, varias reediciones y traducción al italiano (se esperan también al inglés y al francés), es para la Universidad mucho más que un libro. Su publicación está en estrecho vínculo con su misión institucional. “Todo catálogo editorial es político y supone una intervención en el campo del conocimiento y de la cultura”, asegura el director de Ediciones UNGS Darío Stukalsky, para quien Yo nena “contribuyó a romper prejuicios y cambiar maneras de pensar”. “Estamos seguros que lo seguirá haciendo”, subraya. 

Que la UNGS “haya recogido el guante, se haya hecho cargo, responsabilizado”, es una acción a destacar, para Mansilla. “Una universidad nacional apoyó no solo el libro de alguien que no es escritora ni académica sino una persona que contaba algo que iba a revolucionar todo a su paso”, advierte. La Universidad continúa apoyando la causa y la lucha de esta familia. Tras Yo nena…, Ediciones UNGS publicó Mariposas libres. Derecho a vivir una infancia trans (2018), que continúa la historia de Luana y muestra a su autora y madre de Luana como una referente de la lucha por los derechos de las infancias. Además, están trabajando en un nuevo título en el que Mansilla reúne testimonios vinculados a la experiencia de vida y a la identidad travesti-trans.

“Con su catálogo, la Universidad interviene en discusiones públicas, hace apuestas novedosas, instala nuevos problemas, literaturas, autores, miradas, poniendo en agenda temas y discusiones que el mercado nunca consideraría y que, de hacerlo, tendería a priorizar las ventas más que a poner en discusión aquello mejor para este mundo”, dicen los “Lineamientos políticos” de la Editorial. La Colección “Intervenciones”, de la que forman parte Yo nena… y Mariposas libres, es apenas una muestra de que estas palabras son llevadas a la práctica.

Las acciones no se agotan en el catálogo editorial. La UNGS lanzó en 2014, el mismo año en que se publicó Yo nena, la Diplomatura en Géneros, Políticas y Participación, de la que hasta 2020 se graduaron 450 personas, y a partir de la cual se crearon más de 70 proyectos de intervención con perspectiva de género. Y también son varias las normas vigentes en la Universidad que tienen por objetivo garantizar derechos en este campo. Entre ellas, la adecuación registral interna conforme a la identidad de género (R. 5936/16), la de inclusión travesti, transexual y transgénero (R. 7878/21), la de formación obligatoria con perspectiva de género (R. 7291/19), la de aprobación del procedimiento de abordaje de situaciones de violencia de género en UNGS (R. 6328/17) y la de reconocimiento de empleo del lenguaje inclusivo en producciones académicas (R. 7400/19).

Tampoco las intervenciones se agotan en sus fronteras. La Universidad forma parte de la Red Universitaria por la Igualdad de Género y contra las Violencias (RUGE) del Consejo Interuniversitario Nacional, que impulsa distintas causas. Por ejemplo, recientemente se logró la incorporación de la perspectiva de género y diversidad en el Sistema de Información Universitaria (SIU) utilizado por toda la comunidad universitaria para realizar trámites administrativos, tras un acuerdo entre distintos organismos, entre ellos la propia RUGE, la Subsecretaría de Políticas de Diversidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, la Dirección de Información Universitaria del Ministerio de Educación de la Nación y el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

 

La película

El 12 de abril comenzó el rodaje del largometraje Yo nena, yo princesa, dirigido por Federico Palazzo y coproducido por Grupo Octubre, la Universidad Nacional de La Matanza, Arco Libre & Aleph Media, Tronera y HSVG Producciones.  Palazzo, en diálogo con NoticiasUNGS, cuenta que no había leído el libro hasta que lo convocaron para realizar la película. “Cuando los encuentros empezaron a suceder y empecé a entender lo que esa familia había vivido, confirmé que el hecho dinámico del libro original de Gabriela también tenía otras cosas sensibles que observar, más profundas, más íntimas”, asegura, y remarca que “no es una historia común, es una historia de valentía y de amor”.

Mansilla tiene sensaciones encontradas. “Mi cabeza piensa donde pisan mis pies, y mis pies pisan la realidad de la niñez travesti-trans, y todavía no les salvamos la vida”, dice, al recordar que esta comunidad sigue teniendo una expectativa de vida de 35 años. Sin dejar de mirar el crecimiento y lo realizado hasta el momento, sus pies están en la tierra. Entiende que el audiovisual le dará más visibilidad al libro, pero le gustaría que sea un efecto duradero: “El objetivo de esta película tiene que ver con poner en un lugar a las personas que jamás les permitieron estar ahí, es un quiebre, pero me gustaría que todo esto que nos está pasando se sostenga en el tiempo”.

Bonaldi recuerda “las tremendas barbaridades” que se dijeron cuando la historia de Luana se hizo pública y rescata que hoy el tema se trate de un modo distinto. “No puedo dejar de reconocer que hubo un cambio importante en la sociedad, pero aún es mucho lo que falta y, entretanto, hay muchas personas que sufren”, recalca. El vicerrector espera que esta película “contribuya a sensibilizar sobre la importancia de reconocer el derecho a la identidad de les niñes trans y, como muy bien dice Valeria Pavan, preparar a la sociedad para que abrace con amor y ternura a esas nuevas generaciones”. Stukalsky, al igual que Bonaldi, cree que la decisión de filmar la película “se expresa por canales que permitirán la construcción de nuevas miradas y formas de pensar sobre las niñeces y adolescencias”.

Con el mismo objetivo, Palazzo busca, por un lado, “tratar de abrazar, reparar, restituir derechos, que todes tengan la oportunidad de tener una vida digna” y “que se visibilicen los derechos de manera integral para las personas trans que padecen la discriminación, la violencia institucional, cultural, desde tiempos inmemoriales”. Por otro, sentirse “útil”: “Nada más importante que entender que el hecho artístico es un hecho de sanación y que muchas veces la ficción se adelanta a la ciencia y a la política”. El director, con una carrera de más de 30 años y siempre atravesado por temáticas vinculadas a la inclusión y los derechos humanos, ejemplifica con la ley 26743 de identidad de género. “Esta norma otorga estos derechos pero en la cultura todavía no tenemos enraizada la inclusión y poder ver a las personas distintas con la misma mirada con las que vemos a las mayorías”, reflexiona.   

“Reivindicar la lucha, ocupar un espacio que nunca antes nadie ocupó, que sea para elles y contado por elles” son los aspectos valiosos que destaca Mansilla. Para ella, la mayor visibilización del tema será un pequeño descanso en una lucha que está lejos de darse por terminada: “Cuando se estrene la película, y ojalá alcance la difusión que deseo con todo mi corazón que alcance, ahí podremos descansar un poquito. Vamos a seguir batallando. Quiero estar en un momento sin tener que pensar en cómo salvarle la vida a mi hija, simplemente quiero disfrutar que ella está viva”.

Analía Fasoletti