JUSTICIA. POR SUSANA LOMBARDI. 

 

La Justicia Transicional1 en Argentina es un proceso que lleva tantos años como el período mismo de la actual etapa democrática. Se inició con la derogación de la Ley de Autoamnistía2, con la que los perpetradores de los aberrantes delitos de graves violaciones a los derechos humanos cometidos en el período dictatorial pretendieron impedir que se los juzgara. Fue la primera ley3 del Congreso Nacional, promulgada por el Presidente Raúl Ricardo Alfonsín a los pocos  días de asumir su mandato constitucional.

A partir de ese momento se fue consolidando el derrotero que hoy se conoce como Memoria, Verdad y Justicia, un camino signado por obstáculos sembrados por los espurios poderes que fueron cómplices y aún insisten en detener el proceso de justicia, pero que sigue abriéndose paso por la incansable lucha de los organismos de derechos humanos, el coraje de los y las sobrevivientes que han dado su testimonio y la constancia de sus familiares que no bajan los brazos en una admirable perseverancia que atraviesa generaciones, sacando a la luz lo que con tanta perversidad se han  empeñado en querer ocultar.

Una acabada expresión de ello es lo sucedido con el histórico veredicto que acaba de dictar el TOF 4 de San Martín4, el 10 de junio de este año, en el Juicio denominado “Contraofensiva Montonera”. Allí quedaron condenados a prisión perpetua cinco oficiales del Ejército5 que pertenecieron al comando de la estructura de inteligencia militar, por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 94 militantes peronistas de la organización Montoneros, permaneciendo 70 en condición de desaparición forzada.

Este juicio viene desarrollándose hace dos años en su etapa oral y pública, en la que declararon más de 200 testigos. Sin embargo, su duración data de mucho antes, ya que su investigación lleva más una década, en el marco de la mega causa N° 4012 de Campo de Mayo, que tramita en el Juzgado de Instrucción N° 2 de San Martín, conocida como Caso 459, y donde originariamente fue denominada “Contraofensiva Montonera”.

Todos los juicios han hecho su aporte al cristalino progreso de la lucha contra la impunidad, y muchos han significado hitos en materia de justicia por la reconstrucción de la verdad y la memoria histórica. Pues bien, el Juicio de la Contraofensiva Montonera será recordado por muchos aspectos que valen la pena destacar.

 

La estructura de inteligencia a juicio

En primer lugar, es de destacarse que es la primera vez que se juzga a la estructura de inteligencia como responsable de la coordinación del accionar represivo genocida. Los imputados que fueron condenados en este juicio, que en principio eran nueve, pero que a lo largo del desarrollo del proceso fueron falleciendo, llegando a esta sentencia solo cinco de aquellos, formaron parte de la inteligencia militar del Ejército.

Es muy relevante esta circunstancia, porque los condenados fueron los que pergeñaron los planes, las persecuciones, dieron las órdenes de secuestros, extracción de información bajo tormentos y exterminio en asesinatos o desapariciones, realizaron las acciones psicológicas y comandaron el accionar que condujo al criminal resultado. Bien puede decirse que, tal vez sin haber conocido a sus víctimas personalmente, fueron los planificadores de esta masacre, como parte del genocidio que con tanta ominosa frialdad llevaron a cabo.

Para todos ellos, es la primera condena de lesa humanidad. Prueba esta circunstancia la importancia de esta sentencia como mojón de una nueva posibilidad en el camino de la justicia de transición, que es encontrar a todos los responsables y llevarlos a juicio, por más trabas y ocultamientos que hayan impedido hacerlo antes. Y aunque muchos de ellos hayan muerto sin condena, lo significativo es que se ha podido llegar al núcleo de la perversidad, al cerebro de la planificación de la masacre y el exterminio. Abre una luz de esperanza que otras investigaciones judiciales se animen a profundizar en estas difíciles marañas de ocultamiento y puedan desentrañar y encontrar a más responsables camuflados en los escondrijos de la impunidad.

Si alguna vez pudo acreditarse que esta planificación fue un “Plan Sistemático”, en este juicio se visibilizó su rostro, se los pudo conocer en persona; tenían apariencia humana, ¿por qué negarlo?, son humanos, eso es lo paradójico y lo que los convierte en criminales de lesa humanidad.

Precisamente aprovechando esa apariencia dócil y empática que suele generar la de adulto mayor, se presentaron como débiles ancianos, cuyas tareas de inteligencia fueron simplemente administrativas, que consistían en acatar órdenes, leer diarios y hacer informes. Lo que no puede dejar de remontarnos a la misma defensa que ensayó el criminal nazi Adolf Eichmann, el planificador de la Solución Final de la Shoá. Sin embargo, la contundencia de la prueba reunida por una infinidad de investigadores, con documentos y testimonios, demostró la responsabilidad y autoría de cada uno de ellos en estos hechos.

 

El juicio de la simiente

Una de las más sublimes enseñanzas del transitado rumbo de Memoria, Verdad y Justicia es la fuerza imparable del amor, de ese sentimiento pleno de vida cuya inconmensurable fuerza fue capaz de vencer al tiempo. Se expresó en “Las Madres”, en “Las Abuelas” y de esa experiencia argentina es testigo el mundo entero.

Ahora bien, este juicio tiene una marca genética indeleble, porque su realización fue a instancia de “les hijes” de las y los protagonistas de aquella gesta maravillosa de resistencia a la dictadura, que significó la Contraofensiva Montonera. Fueron elles, hace poco más de diez años, quienes recurrieron para que iniciara esta querella al abogado Pablo Llonto, al que acompañaron en todo momento hasta hacerlo parte de su familia, de la familia de “La Contraofensiva”.

Así se formó un “equipo” que, durante todos estos años, fueron contactando sobrevivientes, familiares que se sumaran a la querella, testigos, pruebas, en el país, en el extranjero. Infinidad de reuniones, en sus casas, en bares, en instituciones, encuentros de estudio, de lectura, de análisis, de discusiones sobre estrategias.

Elles, les hijes, reunieron a compañeros y compañeras sobrevivientes, fueron escuchando los relatos de las anécdotas de sus padres o madres, reuniendo testimonios para la causa y para sus almas. Con el tiempo eran hijes, hermanes, madres, padres, familiares, amigues, compañeres, eran familia.

Nadie nunca estuvo sola o solo, todo fue acompañamiento, miles de mails que iban y venían, viajes, entrevistas. Se llenaron las casas de papeles, fotocopias de legajos, de expedientes, de pruebas, de planillas. Les niñes que jugaban alrededor de las mesas de los primeros encuentros hoy son adolescentes o jóvenes que forman parte del público de este juicio.

Se reunieron cartas, grabaciones, fotos, testimonios. Cuando alguien iba a testimoniar se encontraba con un grupo de compañeres de “La Contraofensiva” que estaba allí esperando para acompañar, simplemente eso: “acompañar”.

Fue una década y seguirá la lucha porque esta causa no se termina acá. Pero lo que no se puede soslayar en este juicio tan importante para la justicia transicional y las posibilidades de profundizar las investigaciones en materia de delitos de lesa humanidad es simplemente a “elles”, la semilla que germina en este fruto maravilloso de Memoria, de Verdad y de Justicia para les compañeres de “La Contraofensiva Montonera”.

 

El juicio que dio una oportunidad a la desobediencia

Entre las maravillas que el paso de los años va sumando al proceso de Memoria, Verdad y Justicia se encuentra la de las “Historias Desobedientes”. Son hijes de genocidas, que han privilegiado la condición humana y desafiando el mandato de silencio y negación de los crímenes perpetrados por sus progenitores, decidieron contar sus verdades, relatando lo que saben y que por condicionada obediencia debían callar como secreto familiar.

El Tribunal de este juicio dio un paso histórico al permitir a Pablo Verna, hijo de un médico y ex capitán del Ejército en Campo de Mayo, relatar cómo su padre le contó haber sido el “anestesista de los vuelos de la muerte”. Hecho que acreditó la forma en que fueron adormecidos, antes de ser asesinados, cuatro militantes víctimas en este juicio, que fueron arrojados con vida, dentro de un auto, al río.

La significación histórica de este testimonio en un juicio oral y público solamente se podrá dimensionar en perspectiva de su magnitud ética, y es una de las virtudes que debe rescatarse del saldo de este proceso judicial.

 

El juicio que sumó público en pandemia

Ya vimos cómo en este trámite judicial hubo una impronta joven, y muchas fueron las novedades que lo marcarán a futuro como un pilar fundamental de renovados criterios de investigación para el esclarecimiento de autorías y responsabilidades, en el genocidio de la última dictadura cívico militar. La Contraofensiva Montonera, seguramente, será considerada por ello, como técnicamente se lo llama, “un precedente jurisprudencial”. Sin embargo, es tan amplio su novedoso marco que supera lo técnicamente jurídico o judicial.

Una de las características es que desmintió las agoreras afirmaciones sobre que se trataba de cuestiones del pasado que ya interesaban a cada vez menos gente. Las primeras audiencias del juicio, realizadas en 2019, se efectuaron a sala llena de público. Pero en cuanto sobrevino la pandemia, las obligatorias restricciones de distanciamiento social, tornaban imposible esa concurrencia. De modo que, en otra medida de carácter histórico, el TOF autorizó a un medio de comunicación que ya venía realizando coberturas por canal de YouTube, a trasmitir en directo las audiencias del juicio.

Así fue como el medio periodístico autogestivo “La Retaguardia” asumió oficialmente ese desafío. La respuesta del público no se hizo esperar. Una sala llena, en época normal, en forma presencial, puede variar entre sesenta y algo más de cien personas. Cuando comenzaron las trasmisiones de las audiencias por el canal de YouTube de La Retaguardia, ese número creció exponencialmente, superando las mil concurrencias virtuales, con la ventaja que pudieron ver las audiencias, en vivo y en diferido, personas de distintas partes del país y del extranjero.

Un detalle peculiar que también hay que destacar es que, gracias a esas audiencias trasmitidas de esa forma, la sobreviviente Aixa Bona, víctima de secuestro, que estaba viendo el juicio, pudo reconocer a un testigo declarante, como “el policía que la había secuestrado”. Se trataba del ex comisario Roberto Álvarez. Esta persona, a raíz de ello, actualmente se encuentra a disposición de la justicia de instrucción de San Martín.

 

El derecho de resistencia a la opresión

Si algo quedó claro con esta sentencia es que se ha derrumbado la demonización de una de las gestas más heroicas y románticas de nuestra historia reciente, como lo ha sido la Contraofensiva Montonera.

Entre los años 1979 y 1980, ya bastante avanzada la dictadura genocida, un grupo de militantes peronistas, que se encontraban en el exilio, muchos de ellos y ellas habiendo sufrido secuestros, cárceles y torturas previas, decidieron volver a la Argentina para ofrecer una nueva forma de resistencia. Con el objetivo de reinsertarse desde la clandestinidad en la sociedad, y militar en cuanto ámbito político, social o gremial se pudiera, para acelerar el proceso de desgaste del gobierno de facto. Así lo hicieron, y con la ayuda de muchos y muchas otres que estaban en el país, montaron esa gran operación que se dio en llamar La Contraofensiva Montonera.

El testimonio era una opción de vida, ya que, en gran parte de los casos, su regreso implicó el compromiso militante de la familia completa, estableciéndose con sus hijes en nuestro territorio azotado por el terrorismo de Estado. Las conmovedoras historias relatan una gesta de características épicas y de un elevado compromiso ético, político y revolucionario, digno de las páginas de los mejores romances de las utópicas hazañas libertarias.

Llevaría demasiado espacio relatar cada uno de los casos que fueron objeto de investigación en este juicio y como tal resulta imposible en esta breve nota. Sin embargo, cada uno de esos casos conmovió, erizó la piel de quienes tuvieron el privilegio de presenciar cada testimonio en las distintas audiencias.

Lo cierto es que lo que queda de todo ello, y como la esencia misma que tiñe imborrablemente el recuerdo de aquella proeza, es el heroísmo, el amor al pueblo y a la Patria, la valentía, la entrega desinteresada a los ideales supremos de liberación, de un grupo de compatriotas que ejercieron el derecho inalienable de los pueblos de resistencia a la opresión.

Susana B. Lombardi6

Fotos: Gustavo Molfino7

07/07/21

 

1. La Justicia transicional fue definida por el Consejo de Seguridad de la ONU en su informe The rule of law and transitional justice in conflict and post-conflict societies de la siguiente manera: “La noción de `justicia de transición´ que se examina en el presente informe abarca toda la variedad de procesos y mecanismos asociados con los intentos de una sociedad por resolver los problemas derivados de un pasado de abusos a gran escala, a fin de que los responsables rindan cuentas de sus actos, servir a la justicia y lograr la reconciliación. Tales mecanismos pueden ser judiciales o extrajudiciales y tener distintos niveles de participación internacional (o carecer por complejo de ella) así como abarcar el enjuiciamiento de personas, el resarcimiento, la búsqueda de la verdad, la reforma institucional, la investigación de antecedentes, la remoción del cargo o combinaciones de todos ellos.” Disponible en español en: https://undocs.org/sp/S/2004/616  (Actualización, junio 2021)
2. Ley Nº 22.924, de la Dictadura Cívico Militar, titulada “Ley de pacificación nacional”, del 22 de setiembre de 1983.
3. Ley 23.040 sancionada 22-12-1983 y promulgada el 27 de diciembre de 1983.
4. Tribunal Oral en lo Criminal Federal n°4 de San Martin, compuesto por los jueces Esteban Rodríguez Eggers (Presidente), Matías Mancini y la jueza María Claudia Morgese.
5. Condenados: EDUARDO ASCHERI, ex jefe de la División Planes del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares; JORGE BANO, ex jefe de la División Operaciones del Departamento de Inteligencia del mismo Comando; ROBERTO DAMBROSI, ex jefe de la Compañía de Actividades Psicológicas del Batallón de Inteligencia 601; LUIS ÁNGEL FIRPO, ex jefe de la Central Contrainteligencia y de la División Seguridad del Batallón; y MARCELO CINTO COURTAUX, ex jefe de la Sección Primera de Ejecución del Destacamento 201 de Inteligencia del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo.
6. Susana B. Lombardi. Abogada querellante en la Causa Contraofensiva Montonera. Docente Investigadora UNM. Secretaria Legal y Técnica UNGS.
7. Gustavo Molfino. Militante sobreviviente de la Contraofensiva Montonera. Querellante en la causa por el secuestro y asesinato de su madre, la desaparición forzada de su hermana y su cuñado, cuyo hijo nacido en cautiverio en Campo de Mayo fue recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo en el año 2009. Foto 1: Intervención artística del autor sobre su foto original de algunos de los imputados en el juicio. Foto 2: Público en la Sala de audiencias del TOF. Foto 3: De izq. a der., abogados querellantes Ernesto “Coco” Lombardi, Pablo Llonto y Susana B. Lombardi, y fiscal Gabriela Sosti.