PROYECTO.
Las Jornadas sobre Mercado de Trabajo y equidad en Argentina tienen ya una larga tradición en la Universidad. Organizadas por el Instituto de Ciencias, han sido desde hace años escenario de importantes discusiones sobre las transformaciones que se vienen operando en el país en el campo laboral. En la última edición, la 15ª, se discutió entre otros el proyecto que se presenta a continuación.
Las sociedades enfrentan un avance vertiginoso que algunos especialistas ya llaman “la cuarta revolución industrial”, y que se caracteriza por el aumento de la capacidad de almacenamiento y procesamiento de datos (big data), la inteligencia artificial, la robotización, la impresión 3D, la economía colaborativa y la disponibilidad de una masa de conocimiento que implica un salto enorme de productividad y de riqueza, inequitativamente distribuida. Estos cambios están reconfigurando las formas de organización del trabajo y en muchos países ya se evidencia una polarización del empleo, como explica aquí la investigadora docente Sonia Filipetto, quien junto a Gabriela Pontoni (Universidad Nacional de La Matanza) y David Trajtemberg (ex Ministerio de Trabajo de la Nación) estudia estas cuestiones en Argentina.
–¿Por qué estudiar el cambio tecnológico en relación con el trabajo?
–Es que se están dando una serie de cambios en la órbita del mundo productivo y científico-tecnológico que van a reconfigurar el mundo del trabajo. A la vez, el trabajo es un ámbito decisivo en la dinámica de emergencia de esas nuevas tecnologías, en tanto estas pueden ser pensadas también como una respuesta a ciertas resistencias de los propios trabajadores. Por otra parte, estamos obligados a pensar alternativas para nuestras realidades. Si no, vamos a terminar comprando paquetes de resolución de problemas diseñados para los mercados laborales del mundo desarrollado, que tienen otra trayectoria histórica.
–¿Qué significa que hay polarización del empleo?
–La polarización implica una concentración en los extremos, es decir, un aumento tanto de los empleos de baja calificación como de los de alta calificación, con la disminución de los de calificación media. Los trabajos que exigen creatividad y habilidad para resolver problemas ponen en juego habilidades que hasta hoy no puede reproducir una máquina. Pero estos empleos conviven con otros, de mucha menor calificación, que no pueden ser automatizados porque no existen incentivos económicos para computarizarlos y/o porque implican tareas que tampoco pueden ser del todo reemplazadas por máquinas, como lo es el trabajo de cuidado o afectivo. El cambio tecnológico afectaría principalmente a la franja de trabajadores que se ubican en el medio, y que son mucho menos autónomos. Muchos de ellos quedarían atrapados en formas poco calificadas y desfavorecidas de empleo. Así, la polarización de las estructuras ocupacionales refleja polarización social y la emergencia de una clase marginada.
–¿Estamos cerca de eso?
–Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) no muestran evidencias de polarización en la estructura de los mercados laborales urbanos de Argentina. Sí se consolida la tendencia a largo plazo de un aumento del peso del empleo más calificado, que es uno de los extremos. Y hace poco el Banco Mundial planteó que Argentina es uno de los países con mayor probabilidad de automatización. En este sentido, y teniendo en cuenta la evidencia recolectada, creemos que es urgente tener una estrategia ante la nueva ofensiva que está en marcha para los trabajadores de la región.
Analía Fasoletti