INVESTIGACIÓN.

 

Un equipo de la UNGS estudia cómo es la vinculación entre el sector productivo y el sistema de ciencia, tecnología e innovación de la Provincia de Buenos Aires con el objetivo de aportar a la construcción de políticas públicas. Este proyecto es uno de los cuatro de la UNGS que obtuvo financiamiento en el marco del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología COVID-19 del Ministerio de Ciencia de la Nación.

 

“Queremos ver cómo se puede pensar una política pública destinada al sector productivo que incluya a la ciencia, la tecnología y la innovación para agregar más valor, para que sea más intensiva en conocimiento y también que tenga en cuenta la heterogeneidad productiva de la Provincia de Buenos Aires”, sintetiza la economista industrial Analía Erbes, investigadora docente del área de Economía del Conocimiento del Instituto de Industria (IdeI) de la UNGS y directora del proyecto “CyT para el desarrollo industrial. Un análisis de la heterogeneidad de la estructura productiva de la Provincia de Buenos Aires en el marco de la pandemia por covid-19”.

El proyecto se centra en el estudio de los municipios de la Provincia de Buenos Aires y, dentro de ellos, de las estructuras encargadas de generar políticas de apoyo y de promoción para el sector productivo y de articulación con el sistema científico-tecnológico para la búsqueda de soluciones productivas. “Nos interesa saber si en el marco de la pandemia se tomaron medidas que tuvieron impacto productivo y si en el diseño y la implementación de esas medidas productivas existió articulación con el sistema científico tecnológico», explica la investigadora de la UNGS.

El equipo está integrado por Diana Suárez, investigadora docente del IdeI y vicepresidenta de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, Florencia Fiorentín, docente del IdeI, Sebastián Rotondo, del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial, Dirección General de Estudios, María Salomé Girándola, consultora independiente, y por Florencia Barletta, investigadora docente del IdeI. El proyecto es financiado en el marco del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología COVID-19, del Ministerio de Ciencia de la Nación.

Con 135 municipios, la Provincia de Buenos Aires ocupa el 11% de la superficie total de la Argentina y alberga a casi el 39% de la población total del país, es decir, más de 15 millones de habitantes, con una fuerte concentración en el conurbano. Erbes menciona una particularidad de Buenos Aires, que reúne en su territorio la mayor diversidad productiva, algo que no sucede en ninguna otra provincia del país. “Se desarrollan todas las actividades primarias: agricultura, ganadería, pesca y minería. En el sector secundario, tenés la industria manufacturera más diversificada de la Argentina. Y en términos de comercio y servicio, también hay una gran diversidad de actividades representadas”.

A su vez, la Provincia de Buenos Aires –explica Erbes– cuenta con 24 universidades nacionales, con representación en su territorio de todas las instituciones de ciencia y técnica nacionales, universidades privadas y algunos organismos provinciales, como la CIC: “Todo esto ofrece una plataforma de construcción distinta a otras provincias que no tienen absolutamente nada o en las que el sistema científico tecnológico se reduce a algunas estaciones experimentales del INTA, a una universidad nacional y una universidad privada”.

 

 

Y llego la pandemia…

La pandemia por covid-19 hizo aún más visibles los aportes que puede hacer el sistema científico y tecnológico de un país a la hora de dar respuesta a problemas actuales. Desarrollo de kits de diagnósticos y serológicos, de barbijos y de máscaras protectoras, diagnósticos sobre los impactos de la pandemia en distintos campos y también una espacio para combatir las noticias falsas relacionadas a la pandemia, son solo algunos ejemplos de los proyectos que se realizan en nuestro país con fondos públicos, privados y también, algunos de ellos, fruto de vinculación entre ambos sectores.

 

-¿Cuáles son las fortalezas del sector científico y tecnológico de la provincia a la hora de aportar soluciones para enfrentar la pandemia y sus consecuencias?

-Recursos humanos y experiencia, en algunos casos concretos, de interacción público-privado. Una cuestión fundamental es el acceso sistemático que el sistema científico tecnológico de la provincia tiene a fondos concursables, muchos de los cuales se encuadran en una lógica de intervención. El sistema es sólido, grande, pero le falta articulación aún, y trabajar en esa dirección es una de las principales necesidades que puso, una vez más, de manifiesto la pandemia. La importancia de las articulaciones público-privado para concretar este tipo de iniciativas está demostrada a nivel nacional e internacional. Pero al mismo tiempo, la evidencia también demuestra que estas interacciones son, en general, escasas.

 

-¿Cuál es la causa de esta vinculación limitada?

-Pueden encontrarse en distintos factores, entre los que se ha destacado la diferencia en las lógicas y tiempos de funcionamiento de la ciencia y del sector público, que es el principal eje de financiamiento de esta, y el sector privado empresarial. Las capacidades y las visiones que un sector y un sistema tienen el uno del otro, dificultan todavía el poder trabajar de manera más articulada, más sólida o sostenible en el tiempo. Creo, de todas maneras, que este contexto ha demostrado la relevancia de estas interacciones, la posibilidad de alcanzar objetivos importantes cuando estas suceden y, fundamentalmente, la necesidad de seguir avanzando en esta dirección.

Además Erbes indica que para que las empresas puedan identificar la potencialidad del sistema científico tecnológico para darle una respuesta es “necesario que las instituciones científicas trabajen más fuertemente en la comunicación pública de la ciencia, en distintos espacios y con distintos interlocutores, para visibilizar su importancia y fundamentalmente para sostener en el tiempo este acercamiento que el contexto de pandemia hizo posible entre la ciencia y la sociedad”.

 

-¿Qué se podría hacer para incentivar está vinculación?

-Eso te lo respondo más allá de la pandemia. Hubo iniciativas desde la política pública. Un ejemplo son los fondos sectoriales (Fonarsec) de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación del Ministerio de Ciencia. Es objetivo del programa era juntar al sector público y al sector privado en desarrollos específicos, muchos de ellos destinados a resolver problemas. La limitación es que esos fondos llegaban hasta cierto punto y lo que se veía muchas veces es que una vez que finalizaba el financiamiento se cortaba la vinculación. Es decir, en el momento en el que el Estado dejaba de actuar como un intermediario en ese vínculo, esa vinculación se disolvía. Y eso contrasta mucho con experiencias de otros países.

 

-Mencionabas que en esta vinculación también entra en juego la heterogeneidad ya sea del sector productivo y del sistema de ciencia, tecnología e innovación.

– Claro, porque no articula de la misma manera el INTA, que tiene una trayectoria de vinculación a partir de la extensión, que el INTI, que en general tiene iniciativas de articulación más específicas que tienden a  concentrarse en ensayos, pruebas y cuestiones más puntuales, aunque también hay experiencias de otras características. Así que eso también implica dinámicas de vinculación diferentes. Entonces, hay un gran desafío: cómo hacemos para promover las articulaciones y que ambos ganen. Quiero decir: Que, por un lado, el sistema de ciencia y tecnología se pueda alimentar de lo que pasa en el sector productivo, porque eso también permite identificar problemas, saber por dónde se seguir investigando para que nuestro trabajo sea útil socialmente. Y, por otro lado, ayudar al sector productivo a resolver algunos problemas.

“Vemos que también falta trabajar en la articulación entre el municipio, la provincia y la nación”, resalta Erbes, y agrega: “Este es un tema importante porque la política científico tecnológica se define a nivel nacional, en ese marco la posibilidad de acción de los gobiernos provinciales es acotada y la posibilidad de acción de los gobiernos municipales es prácticamente nula. Pero los municipios son los que tienen el conocimiento del territorio y los que pueden aportar a entender estos grados de heterogeneidad”.

El trabajo de campo se basó en dos instancias, virtuales debido a la pandemia. Primero se realizó una encuesta destinada a las áreas de producción y ciencia y técnica de los municipios de la Provincia de Buenos Aires. Y luego se avanzó en la realización de entrevistas en profundidad para conocer en detalle las acciones específicas desarrolladas por los municipios. Los resultados del proyecto, que estarán aproximadamente para septiembre de 2021, serán presentados ante funcionarios provinciales y municipales como una nueva instancia de intercambio y de discusión.

Marcela Bello

 

 

Un equipo de graduadas y graduados de la UNGS

Una de las particularidades del equipo que lleva adelante el proyecto “CyT para el desarrollo industrial. Un análisis de la heterogeneidad de la estructura productiva de la Provincia de Buenos Aires en el marco de la pandemia por covid-19”, es que 5 de sus 6 integrantes realizaron sus carreras de grado en la UNGS. Analía Erbes, Diana Suárez, Sebastián Rotondo y María Salomé Girándola se graduaron en la Licenciatura en Economía Industrial, y Florencia Fiorentín en la Licenciatura en Economía Política.

Con cinco años de duración, la Licenciatura en Economía Industrial brinda una formación crítica y alternativa en economía con aportes provenientes de la ingeniería, la gestión de empresas y las ciencias sociales. La carrera hoy cuenta con más de 250 estudiantes y 128 egresados y egresadas.

En un encuentro del ciclo “Charlas por carreras ¿de qué se trata?”, organizado por el área de Relaciones Institucionales de la UNGS, la docente de la Licenciatura Industrial Sabrina Ibarra explicaba que “el economista industrial tiene un poco de un economista tradicional y de un administrador de empresas. Tiene una mirada del afuera de la economía y de lo que ocurre adentro de la empresa, entonces tiene la capacidad de entender cómo opera una empresa y entender que esa empresa opera en un contexto determinado”. La charla completa está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=3kzgJbZFxoE.

Erbes, que integra el comité académico de la carrera, dice que el mejor canal de promoción de la Licenciatura en Economía Industrial son sus graduados y graduadas: “Son los que con su trabajo mejor le pueden explicar a una empresa que puede ofrecer un economista industrial”.

Por su parte, la Licenciatura en Economía Política cuenta con 45 graduadas y graduados y 244 estudiantes. La carrera ofrece una formación en la que se destaca la pluralidad teórica y el manejo de herramientas cuantitativas y cualitativas para el estudio de los problemas económicos actuales, entendiendo a los mismos como eventos que no se limitan exclusivamente a lo económico.

El investigador y docente de Economía Política Mariano Arana explicó en una de las charlas por carrera que el plan de estudio de la licenciatura es distinto al que se da en general en las carreras de economía de otras universidades de la Argentina. “En nuestra universidad un economista político va a tener una orientación social e histórica muy importante, que en general no es una característica que tienen otras  carreras de economía. Y va a tener una profundidad sobre distintas teorías y una pluralidad de aproximaciones al conocimiento económico”. La charla completa en https://www.youtube.com/watch?v=ttqpPEIMfqI.