ENTREVISTA A DIANA SUÁREZ.
La declarada vocación de los gobiernos nacional y provincial asumidos en diciembre del año pasado por convocar a científicos y a científicas a integrar o asesorar a sus equipos (“Somos un gobierno de científicos y científicas”, dijo en su momento el presidente Fernández) tuvo la consecuencia de que una gran cantidad de investigadores e investigadoras de la UNGS fueran llamados y llamadas a sumar sus esfuerzos a la tarea que se abre ahora para estos equipos de gobierno. Es el caso de la Doctora Diana Suárez, investigadora docente del área de Economía del Conocimiento del Instituto de Industria de la Universidad (del que fue también Secretaria de Investigación), directora de un proyecto PICT sobre “Determinantes e impacto de la ciencia, la tecnología e innovación en el desarrollo” y profesora de grado y de posgrado en temas de su especialidad, y que desde hace pocos meses es miembro del directorio y vicepresidenta de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la Provincia de Buenos Aires.
-¿Cuándo y cómo fuiste convocada a formar parte de la CIC?
-Fui convocada en septiembre de 2020, a través del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología de la Provincia de Buenos Aires. Desde el cambio de autoridades se abrió un canal de diálogo con personal del Ministerio y, en particular, con la Subsecretaría de Ciencia y Tecnología, a quienes conocía de la Maestría en Gestión de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación que se dicta en el Instituto de Industria (IdeI) de nuestra Universidad. Ese diálogo se vinculaba con mi actividad académica, ya que desde hace varios años, con el equipo de investigación, nos dedicamos a pensar la Ciencia, la Tecnología y la Innovación al servicio de los problemas del desarrollo, y eso estaba en línea con el espíritu con que la Subsecretaría veía esas actividades dentro de la provincia.
-¿Qué trabajo desarrollás? ¿Cuáles son tus responsabilidades?
-Soy miembro del Directorio de la CIC, que es la instancia máxima ejecutiva del organismo. Integrado por cuatro miembros y el presidente, el directorio de la CIC decide respecto de la política científica de la Comisión y la coordinación con el Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología de la provincia, a través de la Subsecretaría de Ciencia y Técnica. Luego de mi nombramiento, fui electa por mis compañeros y compañeras en ese órgano como Vicepresidenta de la CIC, lo que implica, además, asumir responsabilidades de acompañamiento de la presidencia en diversas actividades.
-En estos primeros meses de trabajo en la CIC, ¿qué líneas de acción se llevaron adelante específicamente en relación con la pandemia?
-Al igual que todo el sistema científico en nuestro país, la CIC se ha visto impactada por la política de desfinanciamiento del gobierno anterior, por el abandono –me atrevería a decir– por parte del Estado, en este caso provincial. Además del impacto presupuestario, esa realidad impactó en la gestión de la actividad diaria del organismo, por ejemplo, a partir de retrasos de varios años en los ingresos a carrera, en las obras de infraestructura y, especialmente, en la búsqueda de soluciones científicas y tecnológicas para los y las bonaerenses. Por ello, en estos primeros meses, las actividades estuvieron concentradas en dos frentes. Por un lado, el establecimiento de criterios fundamentales para la promoción de la ciencia y la tecnología, en articulación con los lineamientos estratégicos del Gobierno Provincial. En pocas palabras, estos lineamientos, transversales a todas las actividades que le competen a la CIC, tienen que ver con pensar la institución en términos de equidad, territorialización e impacto. Equidad en relación con el cierre de la brecha de género en Ciencia y Técnica, pero también con cuestiones etarias y sociodemográficas. La territorialización tiene que ver con el alcance provincial del organismo y la necesidad de articulación con todo el sistema provincial de innovación, y principalmente con la presencia del organismo en el conurbano y el interior de la provincia. El impacto implica reconocer la heterogeneidad de situaciones que atraviesa la provincia y cómo es preciso avanzar de manera integral y sistemática en procesos de vinculación entre la Ciencia y la Técnica y el entorno socio-productivo. El establecimiento de estos criterios marca nuestro curso de acción para los próximos tres años, así como también los objetivos que esperamos alcanzar en el corto, mediano y largo plazo. El segundo frente tuvo que ver con la reorganización interna de la CIC. Para ello, hemos trabajado mancomunadamente con la Subsecretaría de Ciencia y Técnica en la resolución de cuestiones pendientes heredadas de la gestión anterior, tales como los ingresos atrasados, los planes de infraestructura necesarios para los próximos años, la identificación de prácticas y procedimientos que permitieran agilizar la gestión y, desde luego, el inicio de las tareas de revisión de las leyes y reglamentos que guían el accionar del organismo.
-¿Y en materia de capacitación?
-Durante el período de aislamiento, los esfuerzos más importantes de la CIC estuvieron concentrados en la implementación de la Ley Micaela para altos funcionarios del poder ejecutivo en articulación con el Ministerio de las Mujeres, Políticas de género y Diversidad sexual de la provincia. Asimismo, desde el directorio, estamos avanzando en un plan de capacitación en proyectos de desarrollo tecnológico y social, para el año que viene, que involucre a todo el personal de la CIC, tanto de la gestión central como de la actividad científica y tecnológica. El paso siguiente para la articulación estratégica con el sector productivo es avanzar en procesos de investigación que contemplen la vinculación y la transferencia como una parte intrínseca del proceso mismo. Los proyectos de desarrollo tecnológico y social son uno de los caminos para ello. También se requiere desplegar acciones en todo el territorio, de manera de mejorar la producción científica y tecnológica pensada desde y para los y las bonaerenses. Para ello, nos proponemos contribuir a la construcción de puentes entre el sistema provincial de Ciencia y Técnica y la heterogeneidad de demandas que se observan en el territorio bonaerense, en articulación con las diferentes instancias del gobierno provincial y el sistema universitario.
-¿Creés que la pandemia modificó la mirada de la sociedad sobre la actividad científica?
-Creo que la pandemia puso de manifiesto la importancia de contar con un sistema científico y tecnológico soberano y autónomo, capaz de responder a las necesidades de la sociedad. En este sentido, las instituciones de ciencia y de tecnología, pero también el sistema productivo, las universidades y cada una de las instituciones que componen el sistema nacional de innovación fueron capaces de dar respuesta a las necesidades urgentes de la pandemia porque existían con anterioridad. Aunque algunas áreas del saber fueron más demandadas que otras, la pandemia demandó de la intervención de múltiples disciplinas, porque la crisis sanitaria es una de las caras de esta pandemia. También hubo que dar respuesta a cuestiones sociales y productivas derivadas de ese epicentro que es el COVID. Más aún, la pandemia puso de manifiesto la imprevisibilidad del cambio tecnológico y social y la necesidad de estar preparados, como sociedad, para atender a problemas urgentes, algunos de ellos conocidos y de larga data, pero otros que aún no los tenemos en el radar.
-¿Creés que esta crisis permitirá mejorar, o profundizar, las prácticas de comunicación de la ciencia?
-Creo que esta crisis es una oportunidad para repensarnos dentro del ámbito de la ciencia y la tecnología, no solo en términos de comunicación, que se ha probado fundamental como herramienta de democratización, sino de la necesidad de pensar nuestras prácticas en relación con las demandas. Y por demandas me refiero a las necesidades y problemas de la sociedad, que son nuestros problemas. Muchas veces se piensa en la demanda como esa construcción abstracta de curvas de precios y cantidades, pero cuando los que nos dedicamos a los estudios de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación nos referimos a la demanda, pensamos en la articulación entre usuarios y productores, pensamos en las necesidades concretas de las personas, no como pacientes que reciben un medicamento, sino como partícipes necesarios del proceso de construcción del conocimiento.
-En una entrevista para Noticias UNGS publicada en 2018 decías “hay que poner la innovación, la ciencia y la tecnología al servicio de los problemas sociales”: ¿Desde la CIC se trabaja en esa línea? ¿Qué acciones podrías mencionar?
-Absolutamente. Sumarme al equipo de la CIC me permitirá llevar a la práctica la forma en que concibo la ciencia y la tecnología. La definición de los criterios de equidad, territorio e impacto como marco general para el trabajo de la CIC y su articulación con el resto del sector público ha sido el puntapié inicial de una serie de acciones que esperamos desplegar con más fuerza durante el año que viene, con el foco puesto en promover un sistema de Ciencia y Técnica desde los y las bonaerenses para los y las bonaerenses.
-Un ejemplo en ese sentido es el proyecto “Soluciones tecnológicas para casos de violencia de género”, realizado desde la UNGS bajo tu dirección. Se trata de una iniciativa que permite utilizar un dispositivo similar a una tobillera electrónica para casos de restricciones perimetrales. ¿Cómo se puede alentar este tipo de proyectos en los que se cruzan innovación tecnológica y demandas sociales?
-Estoy convencida de que el desarrollo de proyectos como Cuidar-Tech depende de pensar a la ciencia y la tecnología como una parte, necesaria pero no suficiente, de la producción de conocimiento, que tiene que darse en articulación con todos los actores, actrices e instituciones involucradas en el proceso al que se busca contribuir. Para ello se requiere integrar al sector público, la sociedad civil, y a las instituciones de Ciencia y Técnica en el proceso mismo de construcción de las soluciones, y desde luego, en la aplicación y uso del conocimiento y dispositivos tecnológicos creados. Cuidar-Tech nació como una instancia de articulación que, con los anteojos de la tecnología, busca contribuir a la disminución de la violencia contra las mujeres. Las soluciones tecnológicas que hemos pensado jamás podrían implementarse si no se enmarcaran en un proyecto más amplio de colaboración interinstitucional e interactoral.
-¿Cómo es la articulación de la CIC con otras áreas del gobierno provincial? ¿Hay demandas específicas de asesoramiento o desarrollos vinculados con la implementación de políticas públicas?
-Desde la CIC trabajamos en estrecha colaboración con la Subsecretaría de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología de la Provincia y, a través de ella, con el resto de las dependencias gubernamentales. Hemos recibido demandas desde múltiples instancias, desde veterinaria hasta nutrición infantil. En este sentido, tanto desde los centros propios y asociados de la CIC como desde las herramientas de promoción que estamos desarrollando, buscamos avanzar en procesos científicos y tecnológicos para dar respuesta a esas demandas.
-¿Se está trabajando con las universidades públicas de la provincia?
-En la Provincia de Buenos Aires se encuentran radicadas 22 universidades nacionales y 2 provinciales. Históricamente, la vinculación de la CIC con estas instituciones ha estado sesgada, y fuertemente concentrada en algunas pocas instituciones. Nuestra propuesta es avanzar en la articulación de la CIC con todo ese sistema, que da cuenta de gran parte de la actividad de ciencia y tecnología de la provincia. Desde el territorio, pensamos en una institucionalidad territorialmente enraizada que nos permita promover un sistema provincial de innovación robusto, capaz de dar respuesta a necesidades heterogéneas en un marco de producción de conocimiento en la frontera internacional. Estoy convencida de que ese es el camino para avanzar en una senda de desarrollo equitativo, sustentable y democrático.
-Tanto el gobierno nacional como el provincial han convocado a investigadoras e investigadores de las universidades públicas a conducir o integrar sus equipos. ¿Qué aporte creés que hacen las y los científicos a la gestión pública?
-Integrarnos a equipos de gestión pública es un honor y una gran responsabilidad. Después de muchos años de investigación, pasar a la acción política nos permite llevar a la práctica diagnósticos y propuestas alcanzados después de la investigación rigurosa y el conocimiento del estado del arte en el plano internacional, que son las bases del conocimiento científico. A la inversa, la práctica de la política pública nos permitirá hacer mejor ciencia. Creo que el flujo de académicos entre el sector público y la Universidad redunda en un mejor diálogo entre las partes, que nos pone de cara a la necesidad de establecer relaciones de causa y efecto y cursos de acción posibles. Es también una responsabilidad, porque tenemos la oportunidad de tender puentes entre sectores no siempre bien conectados, y, especialmente, porque ahora nuestras acciones impactan de manera concreta en la vida de las personas.
-En tu larga trayectoria en la UNGS tuviste distintos maestros, interlocutores –y funciones. ¿Qué de tu experiencia en la Universidad creés que aportás en tu actual función?
Por dónde empezar. La UNGS me enseñó a aprender, no solo en las aulas, sino de la vida académica, la participación política y el compromiso individual y colectivo en la búsqueda del desarrollo. Creo que mi aporte a la CIC pasa por mis años de formación en economía industrial y en gestión de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, y en el debate sobre el desarrollo dentro del equipo de investigación. Y ahí hubo muchos maestros y maestras que me alentaron a pensar diferente, a buscar soluciones y a creer que el desarrollo es posible. No puedo sino mencionar, en esa línea, a mi mentor Gabriel Yoguel y a mi querida colega y amiga Analía Erbes. Aprendí en las aulas, en las charlas con los y las estudiantes, muchos y muchas hoy compañeras investigadoras, como Florencia Fiorentin. También contribuyó enormemente mi actividad en la gestión académica, la posibilidad de acompañar la gestión del IdeI en el marco del decanato de Néstor Braidot durante los últimos años. El diálogo permanente con los investigadores y las investigadoras del Instituto, provenientes de múltiples disciplinas, me enseñaron sobre la integralidad de la ciencia y la necesidad de pensar desde y para los problemas de la sociedad. También la integración a los comités de investigación y desarrollo tecnológico y social, en compañía de mis colegas de los otros institutos y de Oscar Galante y Paola Miceli desde sus respectivas secretarías, me permitieron aprender sobre la gestión de la ciencia y la tecnología y la importancia del debate para la construcción de la política científica. Pero más allá de los espacios particulares, la UNGS como comunidad me permitió formarme en el pensamiento crítico pero constructivo, y aprender que el camino al desarrollo pasa por la construcción de espacios de diálogo y el despliegue de herramientas que permitan en ese doble juego de sentar las bases del sistema y dar respuesta a las necesidades del entorno.
Brenda Liener