IMPRESIONES EN 3D.

 

Desde hace un mes y medio, la UNGS está produciendo máscaras de protección facial para personal de la salud y organizaciones sociales del territorio. Las máscaras se fabrican con impresoras 3D del Instituto de Industria de la Universidad. La semana pasada se distribuyó una primera tanda en los municipios de Malvinas Argentinas, San Miguel, Moreno y José C. Paz.

Unos días antes de que comenzara en la Argentina el aislamiento social, preventivo y obligatorio, el laboratorio de impresión 3D de la Universidad, instalado en el campus universitario de Los Polvorines, sufrió una mudanza: se desmontó en su localización habitual y fue reinstalado en los domicilios particulares de dos trabajadores del Instituto de Industria (IdeI), que es la unidad académica responsable de su funcionamiento. El objetivo del desplazamiento fue hacer posible la producción de máscaras de protección facial para uso de trabajadores de la salud y de personas que brindan atención comunitaria en instituciones de la zona de referencia inmediata de la Universidad.

En 15 días se imprimieron y ensamblaron 200 máscaras faciales, que recientemente fueron distribuidas por la UNGS, a través de sus Secretarías General y de Desarrollo Tecnológico y Social, entre el personal de la salud, organizaciones sociales y comedores de los municipios de Malvinas Argentinas, San Miguel, Moreno y José C. Paz. “Las máscaras se distribuyeron en más de 50 comedores comunitarios y, gracias a un trabajo coordinado con el gobierno de Malvinas Argentinas (específicamente, con sus áreas de salud y de educación), están llegando a las salitas de atención primaria del distrito”, cuenta Sergio Vera, Secretario General de la Universidad.

 

Encuarentenados

Estas máscaras ofrecen una protección más amplia que los protectores bucales de uso más frecuente, ya que cubren los ojos, las mejillas, la nariz y la boca, pero su uso no detiene por sí solo la posibilidad de contagio de infecciones, por lo que debe combinarse con otras medidas de protección personal, como la higiene de las manos y el mantenimiento de la distancia social, tal como recomienda desde el inicio de la pandemia la Organización Mundial de la Salud.

La dificultad de sostener la producción de máscaras durante las 24 horas del día en las instalaciones de la Universidad y, adicionalmente, el establecimiento del aislamiento social, preventivo y obligatorio por parte del gobierno nacional determinaron la conveniencia de trasladar las impresoras a los domicilios de los responsables del proyecto, en sendos partidos del conurbano bonaerense. Se trata del físico Eduardo Rodríguez, coordinador del Área de Ciencias y Tecnologías Básicas y Aplicadas del IdeI, y de Andrés Mazzola, asistente del Laboratorio de Ingeniería del mismo Instituto, quienes trabajaron bajo la coordinación y con el apoyo institucional, administrativo y logístico del decano Néstor Braidot, de la Secretaria de Investigación Diana Suárez y del encargado del Laboratorio de Ingeniería Miguel Balderrama.

Las máscaras faciales son de uso personal, y son reutilizables. Se pueden lavar y desinfectar con alcohol u otros productos, y complementan la protección que brindan los barbijos. Están compuestas por 4 elementos: una vincha flexible, una placa transparente de acetato, fijada a la vincha, que funciona como barrera de las microgotas de saliva que puedan llegar de una persona a otra, una pequeña pieza curva en la parte inferior del acetato que ayuda a que el material mantenga su curvatura y una cinta elástica para ajustar la vincha a la cabeza.

Tanto las vinchas como las piezas curvas se fabricaron con PLA, el plástico que suele utilizarse en las impresoras 3D, con un diseño libre de impresión de Prusa, compañía checa proveedora de impresoras 3D, que se popularizó en todo el mundo.

“Una vez que obtuvimos el diseño, con Mazzola lo modificamos con el objetivo de tener varias versiones que se adaptaran mejor a las características de cada una de nuestras impresoras, para minimizarles los movimientos y de ese modo reducir el tiempo de impresión todo lo que fuera posible. También adaptamos otros detalles constructivos para poder fabricar las máscaras con las herramientas más simples que teníamos, porque la fabricación requiere bastante trabajo manual”, explica Rodríguez.

 

“Con y para la comunidad”

La Secretaría General de la Universidad, a cargo de Vera, articuló con las autoridades de las áreas de salud y educación del Municipio de Malvinas Argentinas la distribución de las máscaras en diversas instituciones públicas y organizaciones sociales del distrito. La iniciativa, dijo Vera a Noticias UNGS, “es un ejemplo más del compromiso que tienen la Universidad y sus trabajadores y trabajadoras con la tarea de poner a disposición de la comunidad los resultados del conocimiento producido y del desarrollo tecnológico alcanzado por nuestros equipos de investigación”.

“La mirada que las distintas organizaciones e instituciones nos devuelven sobre la Universidad nos permite comprender que el rol social que estamos asumiendo en esta situación de emergencia es el que espera de nosotros la comunidad”, sostiene el Secretario General. Desde luego, la colaboración es mutua, porque son comunes los problemas y la preocupación por resolverlos: en la misma ceremonia en la que los equipos de la Universidad entregaron al Municipio de Malvinas Argentinas las máscaras, recibieron de las autoridades municipales la donación de otros cinco kilogramos de materiales de impresión para poder continuar la producción.

La iniciativa para la fabricación de las máscaras nació cuando comenzó a circular la idea de que este elemento iba a ser necesario para el personal de la salud. Este tipo de articulación entre las tareas que se desarrollan en las aulas, los laboratorios y los talleres de la Universidad y las necesidades de la sociedad y de sus organizaciones es característico, observa Rodríguez, del modo de trabajar en la UNGS. “Es lo que llamamos una acción con y para la comunidad, en la que unos y otros aprendemos y en la que lo que pensamos y hacemos en la Universidad encuentra destinatarios muy precisos, que en este caso particular sufren con especial dramatismo los problemas que genera la pandemia”.

Mazzola, por su parte, cuenta que se preguntó qué debería hacer un organismo público como la Universidad en un momento como este. Más –dice–: “me pregunté qué debería hacer yo como parte de esta institución y de la propia comunidad con mis medios y con mi conocimiento. Esas preguntas fueron las que me motivaron a participar de la iniciativa de producir estas máscaras”. La reflexión final del asistente del proyecto también expresa algo del espíritu con el que se piensa la articulación con el territorio en la UNGS: “Esto que estamos haciendo es, a mi entender, una mínima devolución a la comunidad, que sostiene con mucho esfuerzo el sistema público de educación”.

 

La producción continúa

Con una primera tanda de 200 máscaras entregadas, Rodríguez y Mazzola trabajaron nuevamente en el ajuste del diseño de impresión y lograron disminuir el tiempo de fabricación de cada una de las máscaras. En lugar de las 16 máscaras diarias del inicio, ahora imprimen las partes necesarias para ensamblar 30 máscaras por día. Esperan fabricar unas 750 máscaras de aquí a junio, aunque afirman que la cantidad depende de los materiales que puedan conseguir.

Para colaborar con la producción de máscaras de protección facial, la UNGS, además, se ha sumado a una red organizada por el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia de Buenos Aires. “En este caso, tanto la distribución como la reposición de los materiales necesarios para su fabricación estará a cargo de ese Ministerio”, cuenta Vera. Rodríguez comenta que también está prevista la fabricación de máscaras faciales para el personal de la UNGS que atiende al público, como el de la Biblioteca, el de bedelía y los de los laboratorios, entre otros espacios.

En paralelo, los equipos del IdeI también trabajan en el diseño de un sistema portable de desinfección de objetos, herramientas y elementos de uso compartido, como el mouse y los teclados de las computadores de los laboratorios de informática. “Es una forma de prepararnos para ‘el día después’: para cuando podamos volver al campus”, afirma Rodríguez.

 

 

19/05/20