MARCELO SAÍN EN LA UNGS.

La conferencia sobre seguridad democrática en el conurbano bonaerense que Marcelo Saín dictó en la Universidad buscó reflexionar sobre un tema en general poco abordado en los trayectos formativos de las carreras que estudian las políticas públicas y el Estado.

Politólogo y doctor en Ciencias Sociales, Marcelo Saín es investigador y docente en la Universidad Nacional de Quilmes y en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. Tiene una destacada trayectoria académica, más de diez libros publicados y una vasta experiencia en la función pública: fue subsecretario del Ministerio de Seguridad bonaerense entre 2002 y 2003, director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria entre 2005 y 2009, diputado provincial entre 2011 y 2015 y director de la Escuela Nacional de Inteligencia hasta diciembre del año pasado. Con un estilo franco, polémico y didáctico, Saín planteó su exposición en torno a cómo la política, salvo en algunos muy pocos momentos, ha tendido a dejar librada a las fuerzas policiales la estrategia sobre la seguridad pública, y a las consecuencias que eso ha generado. En conversación con Noticias UNGS, Saín amplió las ideas vertidas en su presentación.

–¿Cómo y cuál es la relación entre la política y las fuerzas de seguridad?

–La agenda política está tomada por perspectivas coyunturales sobre seguridad. En general, aunque la población tiene desde hace tiempo entre sus prioridades los temas de seguridad, a la dirigencia política la seguridad no le importa, porque con eso no se ganan elecciones ni se obtienen grandes apoyos. Lo que hace la dirigencia política con la seguridad es administrar el riesgo. Es decir, evitar conflictos y hechos policiales que puedan generar procesos de inestabilidad. Por eso pactan con la cúpula policial. Prefieren surfear la ola. Lamentablemente, en los últimos años, la gestión de las políticas de seguridad bonaerense ha estado a cargo de curanderos y no de especialistas. La política le ha entregado a la cúpula policial las decisiones estratégicas y operativas sobre la seguridad pública. El autogobierno de la policía, donde la política no decide sobre la selección y la formación de los integrantes de la fuerza, no interviene en el diseño de protocolos y procedimientos, ni en el régimen disciplinario, entre tantos otros asuntos, es un hecho concreto de la “policialización” de la seguridad pública. Además, hay desde la política un consentimiento implícito a la gestión ilegal del crimen que hace la policía por medio de la facilitación (liberación de zonas), la protección y/o la regulación y asociación con el delito.

–¿Cómo ve el funcionamiento de las policías locales?

–Los intendentes bonaerenses todavía no comprenden la dimensión del problema de la seguridad pública. Los ciudadanos, sin saber claramente si esa función fue transferida a los municipios, cada vez más hacen responsables a las autoridades locales. En el conurbano, la policía (incluso la local), junto a los dispositivos de seguridad privada, está al servicio de proteger a los incluidos. Eso ha sido la política de instalar cámaras de seguridad en los centros urbanos y comerciales y poner a circular patrulleros con agentes formados tan sólo en tres meses. Pero está demostrado que todos esos dispositivos no han servido para resolver los problemas ni brindar mejores condiciones de seguridad a la población. Nosotros impulsábamos la creación de una nueva policía en el ámbito local, con otras reglas, formas y dispositivos y cuya máxima responsable fuera la autoridad política local. No una reproducción de la Bonaerense a una escala menor, que es lo que se ha hecho. Cuando frente a hechos trágicos como los que vimos hace poco en San Martín, Zárate, Lomas de Zamora, opinólogos televisivos y las más altas autoridades nacionales y provinciales dicen que policía tiene las “manos atadas” para actuar frente al delito, lo que están pidiendo es “mano dura” y tolerar los excesos policiales. Esa visión debe ser confrontada por quienes estamos a favor de construir una mirada democrática y progresista, no policial, sobre la seguridad.

–¿Qué rol pueden jugar las universidades: de investigación, de formación…?

–La seguridad es una “caja negra” para la ciencia política y para la mayoría de las instituciones que estudian las políticas públicas y los problemas del Estado, y hay aún un largo camino por recorrer en nuestras universidades nacionales. Las universidades pueden ayudar a generar capacidades en el conocimiento y en la gestión estatal de la seguridad democrática, pero no están para formar a la policía. Para eso están las academias policiales, que deben ser dirigidas por civiles y contemplar una formación democrática.

Martín Mangas (ICO)