CULTURA Y MEDIOS.

 

Nos acercamos a fin de año. Con toda la intensidad de las transiciones, con el trajín del año académico, con las alegrías de lo creado y lo vivido en común. Mencionar el calendario y sus ritos es participar de una cita cultural: de aquello que repetimos como modo de inscribirnos, cada vez, en la vida social. Las instituciones ordenan esa repetición, pero lo hacen también para que pueda transcurrir en ellas lo nuevo. En particular, las instituciones educativas, que traman legados y saberes para ponerlos a disposición de las nuevas generaciones.

La vida cultural también está hecha de cruces y bifurcaciones, de obras que citan y recuperan antecesoras y de otras que surgen en el gesto intempestivo de romper lo heredado. El cuidado de lo heredado no es adverso a la hospitalidad con lo nuevo. Se trata de la misma trama, la de la atención cuidadosa a los lenguajes construidos y la apertura hacia aquello que los interrumpe, los desgarra, los recrea. En este número de Noticias UNGS se recorren tres experiencias distintas: la del Festival Artístico del Noroeste (FAN) desarrollado por estudiantes y graduades de la Licenciatura en Cultura y lenguajes artísticos; la del taller de Alfarería que Ana Zurita dicta en el Centro cultural, y el trabajo de Silvia Zerbini, directora del Ballet Folklórico Nacional, con el Elenco de danzas de la Universidad. Las tres coinciden en pensar esa conjunción entre lo que recibimos y su permanente actualización. Y dan cuenta de procesos en los que la producción artística y cultural de la universidad es realizada en otros espacios o alimentada por vínculos con otras instituciones.

La Universidad en sí misma es una trama, un lugar de intersecciones y de caminos que se cruzan y se bifurcan. Durante el mes pasado se desarrolló el XV Encuentro de teatro, y junto con las obras para público en general se realizaron funciones destinadas a escuelas de la región. Una vez más, el auditorio se pobló de muchachas y muchachos muy jóvenes, como ocurrió durante la Feria de carreras o las Olimpíadas de economía en el último mes. Algo de promesa tiene esa circulación juvenil, espera mutua, recíproca atención.

Al mismo tiempo, continuaron los ciclos de música, con fechas en ambas sedes: en el Multiespacio el ciclo realizado en conjunto con el Instituto Nacional de Música, y en el Centro Cultural, Saturno 5, surgido como una iniciativa independiente. En ambos, se presentan artistas de la región y se busca difundir nuevas estéticas. Poner en escena obras implica la apuesta a construir públicos, circuitos, modos de valoración. La programación cultural de la Universidad conjuga la presentación de artistas consagrados y otros noveles. En este momento, se muestran xilografías de León Ferrari en la sala del Multiespacio, como parte de un llamado a encontrarse con un artista fundamental, capaz de conjugar osadas heterodoxias y concepciones estéticas de vanguardia.

En 1969 José María Arguedas recibió el premio Inca Garcilaso de la Vega. Escritor y antropólogo, había escrito una obra vasta y compleja alrededor de la cuestión de la transculturación, o del modo en que las sociedades latinoamericanas heredan, a la vez, el orden colonial y las culturas originarias. En el discurso de recepción del premio dijo pensar la literatura como se pensaba como individuo: “un vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarse” entre el mundo de los oprimidos y la parte generosa de la cultura dominante. Para ello, creó una lengua literaria con sintaxis quechua y léxico mayoritariamente español. Se trataba de fundar una forma expresiva pero también de dejar señalada la emancipación pendiente y de producir un modo de pensar capaz de aprehender lo singular y lo abigarrado, los hilos persistentes y su entretejido con lo nuevo, lo interrumpido en el pasado y lo que promete advenir.

En el nombre de Arguedas recordamos esos esfuerzos, de los cuales participaron y participan vastos contingentes de artistas, escritores, cineastas, músicos. Los esfuerzos de buscar, como escribía José Lezama Lima, una expresión americana. Lo que hace la Universidad en términos de promoción y acción cultural recorre el espinazo de ese problema, apostando a la pluralidad de formas expresivas, a la multiplicidad de estéticas, a la conformación, cada vez, de públicos más amplios y diversos. Nos acercamos a fin de año, con la certeza de que, más allá de los rituales y las celebraciones, lo que buscamos siempre está en un tiempo no realizado. O para decirlo mejor, y como lo escribe Fernando Cabrera: el tiempo está después.

María Pia López