EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL.

 

Docentes, estudiantes y activistas sociales participaron de una jornada organizada por la Diplomatura en Géneros de la UNGS, donde se debatieron la falta de aplicación del programa de educación sexual integral en las escuelas y la necesidad de fortalecer las instancias de organización para su cumplimiento.

La ley 26.150, promulgada en 2006, busca garantizar el derecho de las y los estudiantes a recibir educación sexual integral (ESI) en las escuelas públicas y privadas de todo el país, y crea para ello el Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Diez años después, ¿se implementa hoy el programa en las escuelas? ¿De qué modo? Estas fueron algunas de las preguntas que atravesaron el último “Ciclo de Experiencias” de la Diplomatura en Géneros, Políticas y Participación de la UNGS. El encuentro contó con la activa y entusiasta participación de actores sociales, docentes y estudiantes.
“En el actual contexto sociopolítico, es más que nunca necesario juntarse”, dijo Marisa Fournier, al abrir el encuentro en el Campus de Los Polvorines. La coordinadora de la diplomatura subrayó que uno de los puntos “más flojos” del programa es la capacitación docente, e instó a organizarse ante el panorama desalentador que implican las políticas del actual gobierno, que tienden a debilitar ese eslabón, fundamental para que la ESI se aplique. Por su parte, Sandra Hoyos, otra de las organizadoras de la jornada, remarcó que “la ESI es transversal” a distintos ámbitos porque “el patriarcado es transversal”.
En el primer panel, Gabriela Mansilla repasó el camino recorrido y la creación de la asociación civil “Infancias Libres”. Mansilla es la mamá de Luana, la niña transgénero que el 9 de octubre de 2013, con 6 años de edad, recibió en forma inédita un nuevo DNI acorde con su identidad femenina. Mansilla manifestó su alegría y emoción por los carteles, dibujos e historietas –expuestos en la entrada del aula donde se realizó el encuentro– que estudiantes realizaron sobre la historia de Luana, contada en el libro Yo nena, yo princesa, del sello editorial de la UNGS, y destacó la importancia de la legislación en la materia y de que hoy haya más información que la que ella tuvo al iniciar su lucha.
Mansilla compartió el panel, moderado por Liliana Puntano, con Agustina Eroles, integrante del Frente por la ESI y de “Mujeres de la Matria Latinoamericana” (MuMaLá). Eroles describió tres aspectos que contribuyeron a la emergencia del Frente: el desarrollo del movimiento de mujeres, la no implementación de la ESI y las políticas de vaciamiento y que impulsa el Gobierno Nacional. La militante reflexionó: “Una ley no va a transformar la realidad si no hay organización y participación que la defienda, la desarrolle, la reelabore y la mejore: que la transforme, de ser necesario”.
Después, trabajadoras de la educación de los niveles inicial, primario y secundario de Merlo, La Matanza, Pilar y José C. Paz y de la escuela secundaria de la UNGS contaron sus dificultades cotidianas para implementar la ESI, pero también las posibilidades y técnicas que aplican para hacerlo. Uno de los principales desafíos –dijo Victoria Petruch, docente de ESI I y ESI II en la escuela secundaria de la UNGS– “es romper armados culturales que traemos en el cuerpo y que a veces es difícil sacudir. Los pibes y las pibas, al transitar estos espacios, van contaminando las lógicas institucionales”.

Analía Fasoletti

Números elocuentes

MuMaLá, junto a otras organizaciones, realizó una encuesta en la Ciudad de Buenos Aires que arrojó resultados preocupantes. Algunos de los datos del trabajo, que describió Agustina Eroles (Frente por la ESI), indican que hay un promedio de solo dos horas cátedra por año en las que se abordan contenidos de la ESI. Además, en el 90% de los casos se lo hace en Biología y en Ciencias Naturales, lo que da una idea del enfoque, y el 85% de los estudiantes no conoce la existencia de la ley.