REFORMA DEL ESTATUTO.

Qué aspectos de la actividad de la escuela secundaria de la Universidad debería regular su Estatuto? Para pensar ese problema la UNGS convocó a la secretaria académica de la Universidad Nacional de Córdoba Ana María Alderete, a la prosecretaria académica de la Universidad Nacional de La Plata Laura Agrati y al secretario académico de la Universidad Nacional del Litoral Miguel Yrigoyen, quienes bajo la coordinación de la rectora de la UNGS Gabriela Diker discutieron distintos modelos de gobierno y de dependencia funcional de las escuelas universitarias.

En su presentación, la rectora Diker destacó las singularidades de las experiencias de las escuelas de esas tres importantes universidades nacionales: la del Litoral, que tiene varias, de todos los niveles educativos, bajo su administración, la de La Plata, donde últimamente se han introducido innovaciones muy importantes en los sistemas de ingreso, y la de Córdoba, cuyo antiguo Colegio Montserrat comparte con el Colegio Nacional de Buenos Aires la característica de anteceder a las propias universidades que hoy los albergan.

Yrigoyen señaló la complejidad histórica del sistema de relaciones entre las varias escuelas (jardín, primarias y secundarias) dependientes de la UNL y la propia universidad, destacando que la Secretaría Académica tiene un rol de coordinación y alberga un consejo asesor de todas las escuelas. Los directores de las escuelas son elegidos por los profesores de las Facultades de las que dependen, y a su vez participan de sus consejos directivos. Pero no hay un órgano de gobierno propio del nivel preuniversitario.

“Esto es un problema” –subrayó Yrigoyen– que tiene que ver también con un conflicto entre la institución universitaria, eminentemente universitaria, que sin duda somos, y esa suerte de “extensión” de esa institución en otros niveles educativos, inferiores. Reconociendo la dificultad de ese conflicto, Yrigoyen ponderó, de todos modos, la participación de los profesores universitarios en la dirección de las escuelas, y el papel del consejo asesor de las escuelas, que está integrado por todos los claustros, incluidos –en las escuelas medias: no en las primarias– los de estudiantes y graduados.

A su turno, Agrati indicó que la UNLP tiene una escuela de nivel inicial, una primaria y tres secundarias: el colegio Nacional, el Liceo Víctor Mercante y el Bachillerato de Bellas Artes, además de una escuela agraria fuera de la ciudad, y destacó los históricos vínculos entre los cuerpos docentes de las escuelas y los de la Universidad. Ese vínculo, dijo, facilitó que los docentes de las escuelas consiguieran, en 2003, tener una representación en el Consejo de Enseñanza Media y Primaria de la Universidad, que a su vez puede hacer oír su voz en el Consejo Superior.

Pero a su vez los directores de las escuelas integran ese Consejo Superior y sus distintas comisiones (enseñanza, extensión o economía y finanzas), lo que los hace participar activamente en la vida universitaria, comprender sus distintas dimensiones y trasladar algo de esa dinámica también a las escuelas. Como ejemplos, Agrati destacó la importancia de haber podido incorporar ciertas funciones universitarias fundamentales como las de investigación y extensión en la vida de las escuelas de la UNLP, por medio de convocatorias anuales en ambos campos.

Alderete repasó la rica historia de los dos colegios nacionales dependientes de la UNC: el de Monserrat, humanista, creado en 1687, y el Manuel Belgrano, orientado a la economía y el comercio, de 1938. Ambos tienen entre 1700 y 1800 estudiantes, en ambos se dictan también tecnicaturas, y ambos dependen de la Secretaría de Asuntos Académicos de la Universidad a través de su Área de colegios preuniversitarios, cuyo coordinador “es el que se ocupa directamente de gestionar y de hacer de nexo entre el rectorado, la secretaria académica y los colegios.”

Este coordinador, a su vez, cuenta con un consejo asesor, que está integrado por los directores y los regentes de los dos colegios, y que ha sido muy importante en la elaboración de normativas. Además, hay una comisión de colegios preuniversitarios en el Consejo Superior de la Universidad, y los directores de los colegios, a pesar de no integrar el CS, sí integran esa comisión. Los colegios –cuya estructura de gobierno, dijo Alderete, es bastante compleja– tienen a su vez sus propios consejos asesores, integrados por docentes, estudiantes y padres.

En el cierre, Diker destacó la importancia de comparar estas experiencias y las contrastó con la muy incipiente de la escuela secundaria de la UNGS. Indicó el interés de las figuras de “consejos asesores” de las universidades y también de las propias escuelas, y la importancia de esas formas “intermedias” –dijo–, “más próximas a formas colegiadas”, de discusión de los problemas. “Pero que no terminan de ser de toma de decisiones”, remarcó, “lo que deja muchos matices y alternativas para considerar”. Será tema de discusión, sin duda, en el proceso de reforma en curso.