(1947 – 2017).

 

Se fue José María Beltrame. Un hombre bueno pero además un maestro. Nunca tan bien utilizada esta palabra para atestiguar sobre la vida de una persona. Un maestro, alguien que hizo de la docencia el ejercicio de una profesión de compromiso con el otro y con los otros. La docencia como un arte y a la vez una experiencia de vida. Era un educador, un maestro que consideraba al aprendizaje como un proceso fundamental que necesariamente se produce en el marco de una relación humana.
Su trayectoria como educador recorrió un extenso camino: maestro en escuela primaria, director, profesor en instituciones terciarias, regente y miembro del Tribunal de Clasificación docente, hasta ingresar en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Aquí se desempeñó como profesor aportando decididamente en su proyecto educativo y en la formación de los profesorados. Su preocupación por la formación de los maestros se extendió en un generalizado compromiso con la formación de profesionales docentes.
Pero la Universidad lo convocó también a otras funciones. Se hizo cargo así de la Secretaría General, y posteriormente el Centro Cultural lo tuvo como su director, contribuyendo a su crecimiento hasta el momento en la cual sufrió el accidente que le demandó hacer un alto en sus actividades. El 22 de agosto de 2002 el Consejo Superior de la UNGS lo nombró Profesor Consulto, ratificando un reconocimiento largamente merecido.
Se nos fue un maestro, pero cuando un maestro se va nos queda sin embargo la alegría de haberlo conocido y de haber aprendido de su testimonio de vida y de su compromiso docente.

 

 

Aldo Ameigeiras