LA UNGS EN MORENO.

 

El 2 de agosto del año pasado, la explosión de una garrafa de gas en la Escuela Nº 49 de Moreno se cobró las vidas de la vicedirectora Sandra Calamaro y del auxiliar docente Rubén Rodríguez. Las deficiencias de infraestructura de la escuela, semejantes a las de muchas otras escuelas del partido, habían sido denunciadas por la comunidad educativa ante el Consejo Escolar, intervenido meses antes por la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y su director de Cultura y Educación, Gabriel Sánchez Zinny. El día del hecho la comunidad se movilizó en repudio a los ocurrido, y el Frente de Unidad Docente Bonaerense y la Asociación de Trabajadores del Estado convocaron a un paro para el día siguiente. El 5 de agosto, familiares, directivos, docentes y referentes sociales acamparon en la puerta del Consejo Escolar de Moreno. El campamento comenzó como una vigilia para evitar que fueran retirados documentos del Consejo Escolar, como había ocurrido durante la mañana del día anterior. El 6, la gobernadora Vidal ordenó que 40 profesionales matriculados, junto a inspectores de la Dirección Provincial de Infraestructura Escolar, realizaron un relevamiento de las 275 escuelas del partido. El mismo día explotó una cocina del jardín 909 de José C. Paz y la Cámara de Diputados bonaerense le dio media sanción a la Emergencia en Infraestructura Escolar en los establecimientos educativos de gestión estatal de la provincia. El 12, a la salida de su lugar de trabajo en el Centro de Educación Complementaria Nº 801 de Moreno, la docente Corina De Bonis fue interceptada y secuestrada. Le pusieron una bolsa en la cabeza y le escribieron en el abdomen, con un objeto punzante, “Ollas No”. El 18 de septiembre, tras 45 días, se levantó el acampe en el Consejo Escolar de Moreno y se creó un Comité de Crisis Escolar integrado por directivos de los distintos niveles educativos, representantes de los barrios, padres de estudiantes, dirigentes sindicales y sociales y funcionarios de la municipalidad y de la provincia. El 30 de octubre se reabrió la Escuela Nº 49. Durante todo ese doloroso e instructivo proceso, equipos de investigadores, docentes, nodocentes y estudiantes de la UNGS acompañaron activamente, con actividades de distinto tipo, a la comunidad de la escuela y del municipio.

 

Aprender con la comunidad

Moreno irrumpió en la formación a partir de los estudiantes que provienen del territorio y de lo que nos resonaba como formadores: la necesidad de tomar una posición e intervención ante un acontecimiento conmovedor sucedido en el sistema educativo para el que formamos profesores. Lo sucedido en Moreno condensa significados a comprender colectivamente. El estado, las políticas educativas, las condiciones de trabajo docente, los modos de hacer escuela, la docencia, el trabajo político y pedagógico de los docentes, los sentidos renovados que alimentan las luchas en defensa de la escuela pública, son todos tópicos de trabajo conceptual y empírico en la materia y en la formación de profesores. Entonces, ¿cómo no convertir lo sucedido en Moreno en objeto de estudio, reflexión y experiencia? Moreno nos interpeló desde el sentido del trabajo como formadores de profesores comprometidos con la realidad, nos permitió convertir en objeto de trabajo la situación educativa de la región y ser partícipes directos junto a la comunidad. Decidimos hacer la “Residencia I”, en el segundo semestre de 2018, en Moreno.

Nos unió la convicción que el cuerpo es político. Estar ahí, ocupar el espacio, compartir y vivenciar se constituyó en un acto político pedagógico. ¿Qué deja Moreno en la memoria colectiva de la educación de la región? Podemos aventurar que Moreno y su gente ya no son los mismos, han salido del olvido y la resignación, convirtiendo la lucha producto de micro injusticias en una lucha pública, que pareciera permanecer y expandirse. A partir de esa pregunta se abrieron otras: ¿Qué significa Moreno en la formación de profesores? ¿Cómo transformarlo en un dispositivo de formación? ¿Cómo poner en tiempo presente la necesidad de tomar posición e intervenir ante un acontecimiento impostergable? ¿Cómo crear un dispositivo de formación atendiendo a lo contingente pero que también constituye el trabajo de ser docente? ¿Cómo resignificar nuestro dispositivo de formación para que una experiencia suceda?

El conflicto puso al descubierto formas alternativas de gobierno del sistema (el comité de crisis, las asambleas de directorxs), la defensa de la escuela pública y la disputa de sentidos. El comité de crisis y su composición (docentes, sindicatos, familiares, representantes de la burocracia educativa, representantes de organizaciones sociales) constituyen una invención contracultural. Pone en paridad de decisiones a diferentes actores, quiénes tienen la tarea de dar cumplimiento al protocolo de habitabilidad de las escuelas. Un comité dando sentido a la lucha por condiciones de trabajo docente dignas.

Las asambleas de directorxs tomando decisiones sobre la marcha de las escuelas es un hecho inédito. El cuerpo de dirección de las escuelas, en la historia de constitución de la posición, lidia con demandas y tareas dentro de las cuales las burocrático-administrativas ocupan casi la totalidad del ejercicio laboral. Correrse de esa asfixia tediosa y asumir una posición político-pedagógica para dirimir sentidos culturales es una conquista valiosa para el devenir de las escuelas.

El conflicto de Moreno, con el consecuente cierre de las escuelas y el modo de “hacer escuela” en el territorio, permite reflexionar sobre el valor político de la escuela desde su contingencia e historia. Apreciar lo que significa en contextos en los que está asediada, suspendida, interrumpida. La situación de la comunidad educativa permite advertir el modo como la escuela penetra la vida cotidiana de las familias. Su ausencia genera el vacío necesario para poner en valor lo que significa y representa. La trama social que alberga.

Las políticas neoliberales diseminan condena a la escuela y sus trabajadores. Es precisamente hoy cuando aparece claramente lo que la escuela es. Es una invención (política) que emergió como usurpación de privilegios de las élites, universaliza un derecho. Los alegatos en su contra están motivados por el temor a una de sus características esenciales: ofrece “tiempo libre”, transforma conocimientos en “bienes comunes” y tiene el potencial de proporcionar a cada cual, independientemente de su origen, tiempo para abandonar su entorno conocido y renovar el mundo. Permite suspender un orden desigual.

La escuela secundaria hoy es un espacio social que acoge “diversidad”. Jóvenes de clase media, media baja y baja. Jóvenes de diversos países. Jóvenes transitando hacia un género diferente al de su sexo biológico. Alumnas embarazadas, padres y madres adolescentes. Ella es la posibilidad para que este encuentro diverso se produzca.

La experiencia formativa en la materia a partir de Moreno desbordó los conocimientos con los que miramos y comprendemos la realidad educativa de las escuelas. No es fácil explicar el modo como la “experiencia” de estar, observar, generó conocimientos e interpelación subjetiva que no se logran con la sola transmisión a en las aulas de la universidad.

El conflicto de Moreno condensa en el presente políticas educativas de las últimas décadas, modos de concebir el trabajo docente, formas que adquiere la relación escuela comunidad, presencias estatales, contextos políticos, económicos y culturales, la historia social, política y cultural del distrito, la participación de organizaciones sociales, modos que adquiere la trama de afecto y solidaridad en el territorio, el modo de concebir al sujeto político en las políticas educativas.

Formar profesorxs comprometidos con la realidad en la que trabajarán exige abrir la comprensión a la complejidad de lo social y construir una experiencia personal que les permita posicionarse como sujetos políticos y pedagógicos capaces de apreciar el valor del trabajo colectivo, de sostener una mirada desnaturalizadora de la realidad escolar y de comprenderla como parte de una construcción social e histórica posible. Nuestras prácticas de formación deberían poder dar cabida a la complejidad de los contextos de escolarización.

La vida de todxs nosotrxs sigue transcurriendo neoliberalmente. El neoliberalismo está en la micropolítica de la vida cotidiana. Es la ideología de naturalización del statu quo. La que nos indica que no todos tienen derecho, que hay ciudadanos de primera y de segunda, que es “natural” que algunos se eduquen en las peores condiciones, que va individualizando las responsabilidades, demonizando todo aquello que intente construir algo del orden de lo colectivo. Un modo de mitigar el presente neoliberal y la intemperie a la que nos arroja es extender y profundizar los reclamos y las movilizaciones. Moreno nos permitió cartografiar el el presente desde una experiencia de acciones y decisiones de colectivos en lucha.

Moreno ofrece modos desestereotipados de lo político. Expresa el rechazo: decisiones colectivas y prácticas de sensibilización que operan como contrapoderes en relación con la explotación, el desfinanciamiento, el abandono del Estado. Condensa dos capacidades políticas fundamentales: imponer límite a los poderes y experimentar formas colectivas de tomar decisiones. De allí el valor de cartografiar una teoría de la decisión colectiva. Recolocar la sensibilidad humana en tanto capacidad de entender lo contradictorio. Religar lo político con lo vital.

Alicia Merodo, Mariela Arroyo, Patricia Pérez , Silvina Felicioni

 

Los martes en la Escuela 49

La explosión de una garrafa en la escuela 49 se llevó la vida de dos trabajadores. Arrasó con la cotidianeidad de estudiantes y profesores. Y nos dejó, a todes, un poco a la intemperie. Azorados. Dolidos. Enojados. También con la certeza de que era imprescindible constituir lógicas de hospitalidad y cuidado. Maestras y familias sostuvieron una olla popular. Pusieron en juego una idea de vida y la responsabilidad social por el destino de las infancias. Desde la Secretaría de Cultura y Medios de la UNGS acompañamos la situación y la reapertura de la escuela con una serie de actividades.

La primera fue la visita del elenco de teatro joven de la Universidad, que puso en escena fragmentos de la obra “La Ezkuelyta”. Conmovidos, actores y actrices piensan ese momento menos como una función que como un abrazo. Era el día que la escuela 49 volvía a funcionar. El martes siguiente varios integrantes del elenco de danzas y del ensamble de sikuris dictaron talleres para niñes de todos los grados. Y para cerrar, el equipo del Museo Interactivo “Imaginario” realizó talleres de cohetes de agua y de papel reciclado con los sextos grados. Cada visita y cada actividad fueron pensadas por su impacto formativo y por poner en juego una dimensión lúdica, en un contexto en el que había que volver a habitar el edificio que había sido escenario de una tragedia.

Habitar otra vez la escuela, con esos cuerpos transidos por el duelo, con la memoria fresca y el miedo y el enojo, pensar a la escuela como parte de una trama comunitaria viva, como la pensaban, según recuerdan sus compañeras y compañeros, les trabajadores fallecidos. La Universidad trató de acompañar ese proceso de reconocimiento y de reencuentro después del daño. Lo hizo también con sus actividades culturales, porque encuentra en ellas dispositivos fundamentales para la recreación de lo común y la expansión de la reflexión crítica. Lejos de pensar la cultura como adorno, ocasión de ocio, desvío de lo importante, la pensamos en el centro de la pregunta por lo común.

Los vínculos con la comunidad educativa de la Escuela 49 se sostuvieron desde esta perspectiva y, a la vez, abrieron la posibilidad de seguir pensando esos compromisos de distintos modos. Durante 2017 y 2018, en el Multiespacio cultural se realizaron funciones semanales de la obra “Galileo Galilei” para estudiantes de la región. Asistieron alrededor de 8000. La última función de 2018 se destinó especialmente a estudiantes del último año de tres escuelas medias de Moreno, que habían estado cerradas. A partir de la obra, sus docentes plantearon discusiones y trabajos integradores de distintas áreas. Pero fundamentalmente, pusieron a esos estudiantes que habían estado alejados del sistema escolar por el estado de los edificios y la desidia estatal en un nuevo diálogo. Otra vez, en una trama renovada. La emergencia nos convocó y pudimos construir modos propios y singulares de responder a ella.

María Pia López

 

Un antes y un después

En noviembre del año pasado tuvo lugar en la UNGS un encuentro de reflexión política que llevó en el nombre de la convocatoria la palabra intemperie. Desde las áreas de Filosofía, Política y Cultura del Instituto del Desarrollo Humano, se impulsó la I Jornada Político-Académica Intemperie del presente: invención o barbarie. Y allí nos encontramos algunxs investigadores-docentes con referentes de la política, la educación, la cultura, el derecho y el sindicalismo. El propósito: pensar colectivamente sobre el presente político y sus efectos devastadores sobre la sociedad y sus instituciones.

Junto a otrxs invitadxs especiales, como Raúl Noro, Eduardo Barcesat o “La Garganta Poderosa”, participaron de las jornadas Clarisa Góngora y Liliana Meretz, directoras de sendas escuelas secundarias públicas en los barrios San José y Las Catonas de Moreno. Ellas ofrecieron unas ciertas miradas sobre la dificilísima situación que atraviesan la casi totalidad de las escuelas del distrito: fugas de gas, electrificación de paredes, aguas contaminadas, peligros de derrumbe. Compartieron sus experiencias, sus preocupaciones y sobre todo su desconcierto frente a la retirada del Estado del cuidado de las escuelas públicas.

Clarisa y Liliana son solo dos directoras entre un número muy grande de equipos directivos de las escuelas de Moreno que, después de las muertes de Sandra y Rubén el 2 de agosto, interpelaron sin contemplaciones y con mucha firmeza a las autoridades provinciales en relación con la infraestructura escolar, autoconvocándose ante la falta de respuestas al reclamo de seguridad en las escuelas.

El dispositivo institucional que prevé la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires para el tratamiento de los problemas de los servicios educativos es la Unidad Educativa de Gestión Distrital. La UEGD debe reunir con cierta periodicidad a los Jefes Regionales y Distritales, los sindicatos docentes y de auxiliares, las autoridades municipales y los representantes del Consejo Escolar. Lo cierto es que la UEGD no suele trabajar ni con la periodicidad requerida por la complejidad del asunto ni con el rigor necesario para sostener la agenda de problemas que presentan las escuelas.

Frente a la insignificancia de dicha herramienta institucional, a la que se agrega la grave irregularidad de la intervención del gobierno provincial al Consejo Escolar, los equipos directivos de Moreno en su conjunto deciden crear un Comité de Crisis. Integran además este Comité las asambleas de familias, los sindicatos y movimientos sociales y los estudiantes. Clarisa y Liliana dicen que se trata de un verdadera “invención política colectiva”. Son cautas en sus apreciaciones sobre el devenir. Pero no dejan de transmitir un gran optimismo.

Clarisa y Liliana contaron que este Comité se dio la tarea de control de la gestión provincial en la reparación y mantenimiento de las escuelas, para lo que tomó como referencia la paritaria nacional docente de 2011, que estipula los doce criterios de habitabilidad de los servicios educativos. Una escuela pública debería abrir sus puertas a lxs niñxs y jóvenes si se dan las garantías de seguridad descriptas en esa paritaria. La mayoría de los servicios no llegan a cumplir ni la mitad de esos puntos. El resultado puede ser la muerte, y ese, dicen Clarisa y Liliana, es el límite.

Esta invención política permitió y permite dar sentido a una lucha colectiva que apuesta a una coherencia y una sensibilidad de la que carecen la gobernadora Vidal y sus funcionarixs. Pese a los avances, Clarisa y Liliana no pueden ocultar el dolor que les causa otro dato: muchxs alumnxs, al prolongarse el cierre de las escuelas, abandonan sus estudios. En busca de trabajo o para cuidar hermanos menores que tampoco están concurriendo a clases. Para reducir esa intemperie, directorxs y docentes ensayan infinidad de estrategias, siempre a costa de un desgaste psíquico y físico que no encuentra el reconocimiento necesario de las autoridades.

Gustavo Ruggiero

 

Foto: CEDOC