POR LEONARDO FERNÁNDEZ.

 

El activismo ambiental en defensa de los humedales, así como una intensa judicialización convergente, ha instalado el debate parlamentario de una Ley de Protección de Humedales. Se trata de un tema de larga data en la Argentina, que coloca en el foco, a partir de la Convención Ramsar de Humedales (1971), aquellos ambientes estratégicos donde el agua es el principal factor regulador de la tierra, así como la flora y fauna asociada a estos. Esta cuestión no solo incumbe, por ejemplo, a las provincias mesopotámicas (Entre Ríos, Corrientes o Misiones), que tienen representativos humedales de la cuenca del Plata, sino, particularmente, al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que se encuentra en una interfase deltáica-pampeana-estuarina de importancia biogeográfica, siendo la región de asiento de más de una tercera parte de la población del país y productora de casi la mitad del PBI nacional.

Costanera Sur (predio IRSA en la ex ciudad Deportiva de Boca Juniors) en Capital, Ribera Norte en Vicente López, Campo de Mayo en San Miguel, El Palomar en Morón, Reserva Ciudad Evita en La Matanza, Laguna de Rocha en Esteban Echeverría, Santa Catalina en Lomas de Zamora y la Reserva Natural Hudson en Berazategui son algunos de los humedales que rodean al AMBA en la forma de un abanico de reservas de gran diversidad natural, y que actualmente enfrentan diferentes controversias y una activa litigiosidad entre ciudadanos, organizaciones ambientalistas, privados y el Estado en los tres niveles y poderes de gobierno. En esos conflictos se revela el impacto ambiental y la degradación del paisaje debido a causas tales como al avance de la frontera urbana, los incendios intencionales, los emprendimientos inmobiliarios, la construcción de equipamientos, la contaminación de origen urbano e industrial y las malas prácticas agrícolas y ganaderas.

En todo el AMBA hay destrucción de humedales por plantaciones, cultivos, forestación, así como desarrollos recreativos e inmobiliarios, que modifican la estructura y funcionamiento hidrogeomorfológico con endicamiento (formación de diques), drenado, construcción de canales, rectificación de meandros y relleno de terrenos para construir edificaciones y caminos. Inclusive el avance de la soja ha proliferado en algunos humedales mediante paquetes tecnológicos y agroquímicos agregados. En relación a la biodiversidad, existen especies de flora y fauna de diferente origen, forma y composición: especies nativas preexistentes a la urbanización, como el emblemático carpincho de los humedales, especies nativas que, aunque no se encontraban previamente de forma natural, se han desarrollado en las nuevas condiciones urbanas, como el iconográfico Ombú, especies foráneas introducidas a través de la actividad humana). Hay que señalar que no todas las especies acaban adaptándose eficientemente al medio, incluso pueden desencadenar procesos invasores dañinos, como el caso de la leñosa Acacia negra.

La pretensión de este texto es enumerar, en tres argumentos interrelacionados, la importancia estratégica de salvaguardar los humedales en el contexto metropolitano:

 

Uno.

Los ambientes de humedales del AMBA son auténticos porque poseen características hidrológicas, geomorfológicas y de biodiversidad representativas, que confluyen en una gran interfaz compuesta por tres unidades singulares:

a.  El Delta Inferior del Paraná, integrado a uno de los deltas más grandes del mundo, se conforma por sedimentos de la cordillera andina por arrastre de caudalosos ríos, que hoy día manifiestan acaso la más preocupante bajante de su historia. El Monte blanco original, que ocupaba los albardones de las islas, fue casi reducido y reemplazado el paisaje en todo el siglo pasado por forestaciones, plantaciones, cultivos y el desarrollo turístico, aunque se encuentran parches relictuales con cierta representación a nivel regional y fauna asociada. En las últimas décadas, el auge de grandes emprendimientos inmobiliarios implica el endicamiento, drenado y posterior relleno del terreno para construir las viviendas.

b.  La Pampa Ondulada, formada por un paisaje ondulado donde se combinan suelos, lluvias y acuíferos que le otorgan una aptitud productiva extraordinaria para la expansión de la frontera agrícola y el consecuente reemplazo de pasturas por una variedad de cultivos, usos y actividades humanas. El pastizal representa el ecosistema predominante con vegetación espontánea que se desarrolla bajo los alambrados de campos de cultivo, banquinas, terraplenes y márgenes de los cursos de agua como elementos del paisaje que más se asemejan a los ambientes originales que sostienen la diversidad natural.

c.  El Estuario Rioplatense, que nace de la confluencia de los ríos Paraná, Uruguay y el Río de la Plata con un anchura de unos 40 km entre costas binacionales, soportando humedales conocidos popularmente como “Bajo”, en tierras inferiores a los 5 metros del nivel medio de las aguas rioplatenses, donde tributan desagües de ríos, arroyos, canales y configuran albardones con toda una bosquización de espinal y de selva marginal de dominio tropical en el contexto más austral del planeta. Este bajo está sometido regularmente a la conocida Sudestada, es decir, a vientos del sudeste que a veces coinciden con lluvias y conforman un verdadero tapón hidráulico de los desagües naturales del AMBA.

 

Dos.

Los humedales brindan servicios ecosistémicos esenciales para la población metropolitana. Esta caracterización se expresa en términos de un amplio rango de condiciones y procesos a través de los cuales los ecosistemas naturales y las especies que hacen parte de ellos ayudan a sostener la vida humana y se aplican en decisiones de gestión y política. En ese tipo de valoración los humedales del AMBA cumplen funciones esenciales en la dotación de servicios tales como regulación del pulso de inundaciones, reposición de aguas subterráneas, depuración natural de aguas, reservorio de biodiversidad, retención y exportación de sedimentos y nutrientes, estabilización del clima local, valores culturales y arqueológicos, entre otros servicios que, actualmente, resultan clave a la hora de desarrollar medidas de mitigación y adaptación al imperante cambio climático. La importancia de los humedales del AMBA está en las condiciones originales del pastizal pampeano, los bosques de talares y la selva marginal que significa el servicio “refugio de biodiversidad”. Existe toda una topología que dotan corredores biológicos para el desplazamiento de determinadas especies, cinturones verdes con parques y reservas a escala metropolitana que entran en contacto con información biológica en el tejido urbano local. Otro servicio fundamental es el “efecto esponja” de los humedales del AMBA que retienen y acumulan agua durante las crecientes y la liberan lentamente, amortiguando el efecto de las inundaciones aguas abajo. Desde un posicionamiento ecológico, deberíamos desarrollar medidas para conservar los humedales y conseguir que el agua caída en cualquier cuenca metropolitana haga el recorrido más largo y lento posible antes de llegar al Río de la Plata. Los humedales son sometidos a vuelcos contaminantes apelando a servicios de “fitodepuración” de aguas residuales domésticas e industriales. Muchos de los metabolitos urbanos que llegan a ríos, arroyos y cuerpos de agua pasan a través de un sustrato en el que se establecen las plantas y microorganismos, aunque en muchos casos, lamentablemente, sobrepasan la capacidad descontaminante que proporcionan estos ambientes.

 

Tres.

Los humedales del AMBA pueden ofrecer a la población escenarios para el contacto con la naturaleza. Resulta paradójico que, frente a la dominante agriculturización actual del Campo es, precisamente, la Ciudad la que brinda mayor oportunidades para la percepción, comprensión y contemplación de los humedales regionales. Sin embargo, el desarrollo de la edificación, las rutas y el ferrocarril hace que la mayoría de los humedales que quedan sin urbanizar poco acceso brinden a la población metropolitana. El impacto de la pandemia del Covid-19 interpela sensiblemente este escenario actual en pos de lograr más reservas y espacios abiertos públicos, menos contaminación, con menos ruidos para usos esenciales en la reproducción de la vida metropolitana. Pero es una deuda social que, además de criterios sanitarios y ecológicos, sean inclusivas en el acceso a los espacios abiertos públicos. En este sentido, reconocemos una gobernabilidad metropolitana en relación a las estrategias invocadas en este texto, que van mucho más allá de la sanción de un proyecto de legislación para la defensa de los humedales, en un espectro muy amplio de circuitos de gestión mancomunada en materia de políticas interjurisdiccionales, manejo ambiental y participación ciudadana.

 

 

Los humedales del AMBA. 1: Delta, 2: Campo de Mayo, 3: Dique Roggero, 4: Bosques de Ezeiza, 5: Laguna Rocha, 6: San Catalina, 7: Pereyra Iraola, 8: Reserva Hudson, 9: Reserva Costanera Sur, 10: Bosques de Palermo, 11: Palomar, 12: Inta Castelar, 13: Parque Almte. Brown, 14: Reserva Natural Pilar. El mapa muestra el Índice Diferencial de Vegetación Normalizado, conocido como NDVI por sus siglas en inglés, que permite ponderar el estado fotosintético entre la vegetación sana y vigorosa, con alto contenido de humedad (verde intenso) y la vegetación enferma, que no muestra actividad fotosintética (verde degradado). De ahí que la expresión gráfica permite identificar áreas de humedales del AMBA contrastando suelos de vegetación, áreas edificadas y cuerpos de agua. Superponiendo la imagen del NDVI están las capas vectoriales del IGN (Instituto Geográfico Nacional) con los cursos de agua, cuerpos de agua, la red ferroviaria y la red vial metropolitana. Fuente: Imagen satelital: CONAE, 9-05-2020. Plataforma: Satélites Aqua & Terra Instrumento: MODIS Sensor: MODIS Proveedor: NASA – EOSDIS. Capa vectorial: IGN Proyecto SIG-250 (capas shape file: cursos de agua, cuerpos de agua, ferrocarriles y rutas).

 

 

17/09/21