DISCAPACIDAD.

 

Honrar el principio de la universidad como un derecho humano exige prestar especial atención, a través de políticas institucionales y estrategias pedagógicas adecuadas, a las necesidades de los estudiantes en distintas situaciones de discapacidad. La UNGS tiene una larga militancia en este tema, en el que por buenos motivos se ha convertido en una referencia importante en el sistema universitario nacional.

 

La educación superior es un derecho humano universal, y la UNGS, atenta a este principio fundamental, ha asumido en muy diversos terrenos el compromiso de llevar adelante políticas favorables al ingreso, permanencia, avance y egreso de todos sus estudiantes. En ese contexto mayor debe entenderse su fuerte preocupación por garantizar también estas posibilidades para los estudiantes en situación de discapacidad, concepto este último que por cierto, lejos de tener un significado inmóvil o estático, se ha ido modificando al calor de las transformaciones en las representaciones sociales y en las políticas públicas e institucionales.

La expresión que acaba de emplearse, “en situación de discapacidad”, no expresa solamente una opción estética o de “corrección política”. Hay “situaciones de discapacidad”, enfatiza, en diálogo con Noticias UNGS, el secretario general de la Universidad Gustavo Ruggiero, “que pueden atenuarse o agravarse según lo que haga el entorno. Una institución puede poner barreras, sin darse cuenta, que impiden el ingreso de un estudiante con alguna discapacidad. O puede atenuar las existentes”.

Además del marco normativo nacional e internacional (en particular la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que tiene jerarquía constitucional en el país), las acciones desarrolladas por la UNGS en este campo tienen como marco el “Programa integral de accesibilidad en las universidades públicas” del Consejo Interuniversitario Nacional y el documento “Discapacidad y política. Una herramienta de construcción para entender y accionar la cuestión social desde la universidad” elaborado por la Comisión de Discapacidad de la propia Universidad.

La Comisión de Discapacidad (CD) se creó en 2007, recogiendo la experiencia anterior del Equipo de Trabajo en Discapacidad que desde 2005 se venía reuniendo en torno a esta problemática, y que estaba integrado por docentes, no docentes, miembros de la comunidad y estudiantes en situación de discapacidad. Dependiente del rectorado y coordinada por el Secretario General de la UNGS, la CD estaba compuesta por representantes de los Institutos, del Consejo Superior y de la comunidad, y se ocupaba de asesorar a las autoridades de la Universidad, auxiliar a los estudiantes con discapacidad y favorecer la visibilización del asunto y la sensibilización de la comunidad universitaria y de la comunidad en general en relación con él.

Recordando esos primeros tiempos de funcionamiento de la CD, Ruggiero destaca la importancia de haber podido contar con figuras como Adelma Molinari y Elizabeth Susuki, referentes importantes en la discusión de estos problemas, y sobre todo en el desplazamiento que empieza a operarse por entonces desde un modelo o paradigma proveniente de la medicina, que planteaba el asunto en términos de “rehabilitación”, hacia uno centrado en el ámbito educativo, que se empezó a plantear problemas como el de si debían existir ámbitos especiales de educación para personas con discapacidad y el de cómo se evitan las lógicas de segregación sin dejar de atender las particularidades.

En esos años empezaba a afirmarse en el país, además, un cambio de rumbo respecto al ciclo neoliberal de los años previos, y junto a él el despliegue de una retórica y de unas políticas públicas orientadas hacia las ideas de recuperación y ampliación de derechos. Ese cambio impactó fuertemente en los modos de pensarse la cuestión de la discapacidad. En la Universidad, superada una primera etapa en la que se había tratado sobre todo de reunir voluntades y trabajar en la concientización frente a los desafíos de una situación a la que había que dar respuesta, el foco empezó a ponerse en un abordaje académico del problema y en promover el empoderamiento como actores políticos relevantes de los estudiantes con discapacidad.

La CD pasó a depender de la Secretaría General, y se creó un puesto no docente para su asistencia administrativa, se incorporaron a ella representantes de los gremios docente y no docente, del Centro de Estudiantes, de la Biblioteca, de la Secretaría Académica, del Centro Cultural y del claustro de graduados, y se impulsó el trabajo con instituciones de educación pública, incorporando a referentes de escuelas especiales de la región y de escuelas medias que desarrollan políticas de inclusión. Esta ampliación de la mesa de discusión redefinió políticamente los modos de abordaje del problema.

“La problemática de la discapacidad te confronta con lo singular: se debe trabajar caso por caso, las necesidades no son las mismas para cada persona”, comenta Ruggiero. Para poder dar respuesta a esas singularidades se trabajó entonces sistematizando la comunicación entre la Secretaría Académica y los Institutos. Se logró que los coordinadores de formación y los responsables de carreras incorporaran el tema en sus agendas y se comprometieran en la búsqueda de una articulación entre los responsables de los equipos de la gestión central de la Universidad ocupados de la temática y los docentes a cargo de los cursos.

Para profundizar el camino era necesario entender dos cosas, afirma Gustavo Goyochea, actual coordinador de la CD: “Una, que los cambios sociales y el ejercicio de derechos no pueden depender ni provenir apenas de las cúpulas, sino que reclaman un sujeto conciente. Era necesario empoderar a los propios estudiantes. La otra, que el sector que se quería empoderar estaba atravesado por desigualdades económicas y sociales y también por desigualdades en los modos mismos de pensarse su situación y su derecho”. Por eso se buscó promover la inscripción de la problemática en la agenda del movimiento estudiantil.

Pero además se trataba de empezar a trabajar en el plano académico, específicamente en el acompañamiento a la tarea docente. La Secretaría Académica comenzó a tener un rol más activo en esa tarea, así como en la articulación y sistematización de las distintas actividades de apoyo tanto a los estudiantes con discapacidad como a sus docentes. Para eso se estableció un esquema de trabajo que atiende las necesidades de los estudiantes desde el momento mismo de su llegada e inscripción en la UNGS hasta las distintas instancias posteriores de su tránsito por las aulas y su egreso de ellas.

El Equipo de Desarrollo Estudiantil (EDE) realiza una entrevista inicial a los estudiantes con alguna discapacidad y elabora un informe. Sobre esa base, la Coordinación de Universidad y Discapacidad, dependiente de la Dirección General de Pedagogía y Desarrollo curricular, trabaja con los docentes en la sistematización de estrategias pedagógicas y en el sistema de evaluación, y gestiona la asistencia de un intérprete en lenguaje de señas argentina (LSA) a los estudiantes que lo requieran. La UNGS garantiza este intérprete en las tres materias del Curso de Aprestamiento Universitario y en dos materias comunes a todas las carreras en el primer semestre.

En este punto se plantean un conjunto de discusiones interesantísimas, que están llevando adelante los equipos expertos de la UNGS. Todas las universidades tienen un problema para resolver con los estudiantes con hipoacusia. En la UNGS, como queda dicho, se están financiando intérpretes en algunas asignaturas. Pero se abren aquí algunas preguntas respecto a las chances del desarrollo autónomo de un estudiante sostenido sobre este auxilio, así como sobre su posibilidad efectiva de adquirir el lenguaje escrito mucho más fácil de incorporar para los estudiantes que pueden oír. ¿Estaríamos acaso ante una forma de “colonialismo” que sería necesario repensar?

En los casos en que estudiantes con otros tipos de discapacidades requieren la adecuación de los textos de estudio, se lo contacta con el Equipo de Tecnologías de Apoyo a la Discapacidad de la Unidad de Biblioteca y Documentación (UByD), que se dedica a adecuar los materiales de estudio en distintos formatos (digital, braille, audio y macrotipo) para los y las estudiantes ciegos o con otras discapacidades perceptivas, acompañar en el asesoramiento e implementación de tecnología adaptativa para el acceso a la información e investigar y testear nuevos recursos tecnológicos que permitan la continuidad de los estudiantes.

La Universidad cuenta hoy, para los estudiantes que lo requieren, con seis PC adaptadas con software lector de pantallas y magnificador, un escáner de cama plana, dos videolupas portátiles y un sector equipado con una TV para ser utilizado en conexión con dicho equipo, así como con auriculares, grabadores digitales, una máquina de escribir mecánica braille y un kit de geometría para personas ciegas. Desde el punto de vista edilicio, la UByD tiene espacios accesibles, sanitarios para personas con discapacidad en sus tres pisos y ascensores para acceder a las plantas superiores, y todo su personal está capacitado para la atención general de las personas con discapacidad.

De manera general, puede afirmarse que la UNGS, que en este sentido tiene un fuerte reconocimiento en todo el sistema universitario nacional, tuvo un temprano registro de la necesidad de atemperar las dificultadas causadas por la situación de discapacidad de algunos de sus estudiantes, y que por eso tiene una infraestructura especialmente preparada. “No tanto el edificio del Centro Cultural”, dice Ruggiero: “Se trata de una construcción vieja y hubo que adecuarla. Pero en el Campus no hay ningún lugar al que una persona con movilidad reducida, por ejemplo no tenga acceso”.

Por su parte, la Dirección General de Bienestar Universitario, además de facilitar el acceso de todos los y las estudiantes de la Universidad a las actividades de carácter general que involucran a toda la comunidad universitaria, como el servicio de transporte, la bolsa de trabajo, el seguro público de salud y las actividades deportivas, desarrolla servicios de facilitación específicos para la población estudiantil con discapacidad, tales como el asesoramiento sobre los recursos que administra la Comisión Nacional Asesora para la Integración de las Personas con Discapacidad (CONADIS), los pedidos de traslado o de intérprete a través de la obra social y la red de atención hospitalaria.

En los últimos años distintos actores de la comunidad universitaria de la UNGS vienen participando sistemáticamente en los coloquios nacionales que organiza la Comisión Interuniversitaria de Discapacidad: investigadores, docentes, pero sobre todo estudiantes fuertemente sensibilizados con la problemática. “Nada para nosotros sin nosotros” es el principio general que se desprende de los documentos de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad y que anima el creciente involucramiento de distintos sectores en las discusiones.

Así, por ejemplo, la alta participación de investigadores, docentes y estudiantes de los Institutos de la UNGS en el Encuentro “Universidad, Tecnología y Discapacidad”, llevado adelante en el Campus de Los Polvorines, fue reveladora del modo en que la temática se ha instalado y organiza el trabajo académico en distintas áreas. Con la participaron del coordinador de la Comisión Interuniversitaria Julio Putallaz, del director del Centro de Salud y Discapacidad del INTI Rafael Kohanoff y de la coordinadora del área de Discapacidad del Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales (PROCODAS) del MinCyT Miriam Campos, la reunión sirvió para la presentación de interesantes proyectos e innovaciones en desarrollo en la Universidad (ver recuadro en p. 19).

Por supuesto, queda mucho por hacer. Por ejemplo en materia de investigación. “Hoy no hay ningún programa de investigación en la UNGS que aborde el problema de la discapacidad”, subraya Ruggiero: “hay mucha actividad pero eso no se traduce en una producción académica específica”. También parece necesaria una inscripción transversal más decidida del problema en los planes de estudio en general y en los de los profesorados en particular. “Por ahí se acerca un estudiante y te dice: che, voy a ser profesor y este tema no aparece”, reflexiona el Secretario General. “Hemos hecho mucho y está muy bien destacarlo públicamente, pero queda todavía mucho trabajo por delante”.

 

Articulaciones

El Observatorio de los Derechos de las Personas con Discapacidad fue creado a través del decreto nacional 806/11, con el objeto de generar, difundir, actualizar y sistematizar información sobre la materia y efectuar el seguimiento de la aplicación y del cumplimiento, en los distintos ámbitos, de las cláusulas de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo, ratificados por la Ley Nº 26.378. Para ello cuenta con siete Grupos de Trabajo (GT) integrados por representantes de entes y organismos del gobierno nacional y de organizaciones no gubernamentales de y para personas con discapacidad. Desde hace varios años Gustavo Goyochea, coordinador de la Comisión de Discapacidad de la UNGS, participa en el Observatorio en representación de la Universidad. Lo hizo primero en el GT de “Investigación”, y después en el GT “Participación política”, que coordina desde mediados de 2017. Por otro lado, Goyochea es responsable de articular el trabajo que se desarrolla en la UNGS con la Secretaría Nacional de Discapacidad de la CTA de los Trabajadores y el área de Discapacidad de ATE Capital.