COYUNTURA.

doc_present_primer_gob_optDocumentos de coyuntura.
Área de Política (IDH, UNGS)
Números 6 a 13, 2017.

En la reciente presentación, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, de la edición argentina de Bibliotecas en llamas, el precioso libro de Denis Merklen que acaba de editar, en castellano, el sello de nuestra Universidad, tuvimos ocasión de recordar el inicio del primer ensayo de otro importante libro suyo, que tiene ya unos cuantos años, y que empezaba con una palabra que pertenece al castellano del otro lado del Río de la Plata, pero que de esta orilla (los cincuentones podemos apelar a nuestra memoria televisiva sobre el particular) se entiende perfectamente bien. “¡Cataplum!” –escribía Denis, en efecto, en el inicio del primero de los textos recogidos en Pobres ciudadanos, y continuaba–: “El 19 de diciembre de 2001 muchos fueron los intelectuales argentinos que cayeron del catre”. Hemos comentado ya muchas veces, con los compañeros del área de Política del Instituto del Desarrollo Humano de la UNGS, esta imagen tan potente: la de un conjunto de intelectuales sacudidos y despabilados por el golpe de un evento que los (nos) obligaba a ajustar una mirada que ciertamente no venía siendo, hasta entonces, la más adecuada para dar cuenta de los procesos que tenían lugar en el mundo político y social, para entender los cuales nuestras disciplinas dizque científicas se venían mostrado, desde hacía unos cuantos años, particularmente incompetentes.
Por eso es que esas disciplinas tienen que ajustar todo el tiempo sus propios dispositivos conceptuales y esforzarse por comprender en cada circunstancia histórica las nuevas situaciones que se ven llevadas a enfrentar. Tuvieron que hacerlo en aquel fin de 2001 para dar cuenta de una novedad muy grande en los modos de acción colectiva que estaban habituadas a pensar. Tuvieron que hacerlo nuevamente después de 2003, para poder entender un fenómeno político que tenía también mucho de novedoso y sobre todo –como se dijo por entonces– de “inesperado”. Y tienen que hacerlo una vez más en estos días argentinos que ahora corren, en los que de nuevo parece ganarnos la sensación de sorpresa frente a lo que no habíamos previsto, la impresión de impotencia teórica, conceptual, ante lo que no sabemos bien cómo pensar, la evidencia de lo precario de nuestros diagnósticos y de nuestras explicaciones de aquello a lo que todavía no hemos podido dar siquiera un nombre diferente a aquel con el que se presenta a nuestra consideración desconcertada: macrismo. Sea. Nadie debería exigirnos, en este campo, mayores originalidades bautismales, pero sí sería deseable que pudiéramos decir un poco mejor en qué consiste y cómo pensar este raro fenómeno de la política argentina al que nombramos de ese modo.
Es lo que se propone la serie de ocho trabajos que ahora presentamos, que continúan la colección de “Documentos de Coyuntura” que la ya mencionada área de Política del IDH viene entregando a los lectores interesados en desentrañar los enigmas de nuestro presente desde hace ahora un par de años, e intentan dar cuenta de distintas aristas de la experiencia gubernamental de la coalición “Cambiemos”. En el primero (Documento Nº 6: “Nuevamente el espejismo de la inversión extranjera”), Ricardo Aronskind explica las razones de la imposibilidad de que un programa como el del macrismo tenga éxito en su proclamado intento de aumentar las inversiones productivas. En el segundo (Nº 7: “Reeditando el péndulo. Los empresarios y Cambiemos a un año de gobierno”), Bárbara Couto y Emanuel López Méndez estudian la difícil gestión del descontento social que produce la adopción por parte del gobierno nacional de una agenda de típo neoliberal. En el tercero (Nº 8: “La construcción de un sentido común sobre la universidad pública en el primer año del gobierno de Cambiemos”), Ariana Reano y Nuria Yabkowski analizan los modos en los que un sistemático conjunto de intervenciones periodísticas viene construyendo en el último tiempo la idea de las universidades públicas en general, y las que se califican con la maldita letra “K” en particular, como antros de corrupción, ineficiencia y desperdicio de recursos.
En la cuarta entrega de la serie (Documento Nº 9: “Notas en torno al discurso de apertura de sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa”), María Elena Qués explica cómo el discurso macrista contrapone el presente y el pasado inmediato en torno a los pares de opuestos verdad/mentira, unidad/división y transparencia/corrupción. En la quinta (Nº 10: “La apuesta política de ‘unir a los argentinos’”), Martín Armelino y Gabriel Vommaro señalan la tensión que puede persivirse entre la declarada vocación cauterizadora de la retórica oficial y la aplicación de un plan destructor del lazo social por un lado y la constante confrontación con el kirchnerismo por el otro. En la sexta (Nº 11: “Promesa y veredicción: reflexiones sobre el discurso de Cambiemos durante su primer año de gobierno”), Julia Smola subraya la novedad del discurso de un presidente que no nos pide que creamos, nosotros, en él, sino que nos informa que cree, él, en nosotros, es decir, en nuestra disposición para cambiar. En la séptima (Nº 12: “La sociedad es una red de afectos”), Leonardo Eiff disecciona el menestoroso pero advertido “vitalismo” del filósofo oficial Alejandro Rozitchner. En la última (Nº 13: “Macri en América Latina. Una contribución argentina al cambio de época regional”), Martín Cortés estudia la orientación y las dificultades prácticas del programa de política internacional del gobierno de Mauricio Macri.
Recientemente Horacio González definió al macrismo como un conjunto de acciones de usurpación y violentamiento de los nervios profundos de la sociedad argentina, de profanación de las ancestrales ligaduras que forman el alma del país, de destrucción de la compleja trama de las identidades anteriores, que no pueden rendir (que no podemos permitir que rindan) la potencia de sus viejos nombres: radicalismo, peronismo, izquierdas, en el altar de un presente que de a ratos parece resignarse a tolerar la forma más rústica de entreguismo que hayamos conocido en mucho tiempo. Tampoco la teoría, tampoco nuestras disciplinas, de sobra disciplinadas para aceptar las miserias de nuestro tiempo como el único modo en que podrían funcionar las cosas, pueden aceptar ese chantaje. Y por eso deben seguir obstinándose en su vocación desnaturalizadora: desmontando el sentido común sobre el que se levantan –y que ayudan a consolidar– los discursos dominantes, rechazando las codificaciones del mundo que proponen los relatos del poder, discutiendo la presunta inexorabilidad de los caminos que se decide caminar. La tarea de una universidad pública, en cualquier coyuntura pero sobre todo en una como ésta, en que el sentido mismo de la vida en común está en peligro, es enriquecer en esta perspectiva crítica los grandes debates colectivos en los que es necesario que nos desempeñemos. Es lo que hacen estos valiosos documentos.

Eduardo Rinesi