OPINIÓN.

Las políticas implementadas por la última dictadura cívico militar implicaron transformaciones estructurales en muchos campos. En ese contexto, las estrategias y acciones territoriales entre 1976 y 1983 en la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) no fueron una excepción:

a. Se aprobaron y aplicaron nuevos marcos normativos que excluyeron a los sectores populares del acceso a la ciudad, como el Decreto-Ley de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo en la Provincia de Buenos Aires y el Código de Planeamiento Urbano en la Ciudad capital (ambos sancionados en 1977).

b. Se construyó una red autopistas urbanas que tuvo como resultado la consolidación de los modos privados de transporte, la fragmentación de la ciudad y un endeudamiento extraordinario de la entonces municipalidad de Buenos Aires.

c. Se sancionó la ley de locaciones urbanas (Ley 21.342 de Normalización de Locaciones Urbanas, de 1976), que liberalizó el mercado y descongeló el precio de los alquileres.

d. Se aplicó el Plan de Erradicación de Villas (Ordenanza 33.652, de 1977), que desplazó de manera violenta a cerca de 180.000 personas que, en su gran mayoría, se vieron obligadas a crear nuevos asentamientos o barrios precarios en el conurbano bonaerense.

e. Se llevaron a cabo grandes emprendimientos urbanos (como el Cinturón Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado –CEAMSE–, el Mercado Central, el Parque de la Ciudad, etc.) que tuvieron consecuencias ruinosas para el erario público y efectos negativos para el ambiente urbano.

f. Se intentó implementar un plan de erradicación industrial que, si bien tuvo un muy bajo nivel de aplicación, tenía el objetivo de dispersar en el territorio la concentración de trabajadores organizados.

Las políticas reseñadas se pusieron en marcha apoyadas en campañas publicitarias que definían a la pobreza como una “patología” social, estigmatizando a los habitantes de las villas y a los migrantes. Se buscaba perfilar una ciudad en la que no podía vivir cualquiera, como confirmó el entonces intendente Del Cioppo: “Buenos Aires no es para cualquiera sino para el que la merezca, para el que acepte pautas de una vida agradable y eficiente”, frase que dio lugar al título del clásico libro de Oscar Oszlak, Merecer la Ciudad.

¿Pero cuál era la finalidad de estas políticas y proyectos? El hilo conductor que las guió fue el de producir una extraordinaria valorización diferencial del suelo y favorecer el libre funcionamiento de los mercados inmobiliarios como los mecanismos privilegiados de concentración de la riqueza y de segregación espacial (y, por lo tanto, de homogeneización social). Así, la política urbana fue la plataforma que promovió un cambio de escala y la aparición de nuevos productos en grandes emprendimientos inmobiliarios de alto estándar (complejos de torres, barrios cerrados, centros comerciales y de entretenimientos, etc.).

A 40 años de estos procesos, el momento actual nos interpela a reflexionar qué cambió y qué permaneció en materia de políticas urbanas ¿Qué huellas institucionales y territoriales han dejado en el paisaje metropolitano? ¿Emergen en la actualidad nuevas cuestiones urbanas o, en realidad estos “viejos” temas asumen características y parámetros diferentes pero mantienen la misma lógica? ¿Qué rupturas y continuidades podemos reconocer en las formas actuales de producir ciudad?

La pertinencia de estos interrogantes está dada porque buena parte de los problemas urbanos señalados más arriba permanecen aún vigentes y son parte de los conflictos sociales más estructurales y expandidos que padecen nuestras ciudades de cara a alcanzar territorios socialmente justos y ambientalmente sostenibles. Así, la relación entre pasado y presente no puede ser sino interpretar críticamente la historia de esa extraordinaria valorización diferencial del suelo y sus consecuencias en la desigualdad urbana.

 

Andrea Catenazzi y Eduardo Reese (ICO)

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Continuidades y rupturas