INTEMPERIES.

 

A fines de 2018 se llevó adelante en la UNGS la Iª Jornada Político-Académica “Intemperie del presente: invención o barbarie”, organizada por las áreas de Política, Cultura y Filosofía del Instituto del Desarrollo Humano. Dos años más tarde, una nueva convocatoria de los mismos organizadores reunió (de manera, ni falta hace decirlo, virtual) a investigadorxs, docentes, estudiantes, graduadxs y nodocentxs de distintos institutos y sectores de la Universidad en las IIas Jornadas “Intemperie”, esta vez bajo el título de “Aislamiento y reinvención de la Universidad”, para pensar –tal como rezaba la convocatoria y como se hizo a lo largo de tres mañanas y tres tardes– “la educación en tiempos de pandemia”.

 

Extendida a lo largo de tres intensos días de trabajo, la conversación promovida por las IIas Jornadas “Intemperie” co-organizadas por distintas áreas del Instituto del Desarrollo Humano (IDH) de la UNGS, y en particular por los y las investigadorxs docentes Rocco Carbone, Alicia Merodo, Gustavo Ruggiero, Julia Smola y Gisela Suazo, estuvo estructurada en seis mesas temáticas. En la primera, “Educación, territorio y política”, se discutió la novedad que representó para nuestras estrategias pedagógicas y para nuestro pensamiento sobre la Universidad y sobre la Educación en general la conmoción acarreada por la crisis sanitaria y el aislamiento obligatorio. En la segunda, “Educación, movimientos sociales y justicia”, diversas intervenciones coincidieron en señalar la importancia de una educación sostenida sobre el conocimiento y la reivindicación de los derechos no solo propios, sino también, y acaso sobre todo, de los otros. En la tercera, “Derechos, soberanía alimentaria y democratización”, se discutió el papel de la ciencia, el Estado y la Universidad en la forja de un humanismo popular, “encarnado” y crítico. En la cuarta, “Educación, juventudes y derechos”, la mirada se dirigió a atender ese otro tipo de “riesgo”, distinto del sanitario, que es el que sufren los sectores más postergados de nuestras poblaciones jóvenes. En la quinta, “Participación política, cuestiones intelectuales y Universidad”, actores de distintos sectores y claustros de la UNGS examinaron los modos de intervención de la Universidad en la vida de las organizaciones sociales de su territorio más inmediato y en los debates públicos del país. En la última, “Emancipación, educación y Universidad”, el énfasis estuvo puesto en la mayor o menor capacidad de la Universidad para reconocer otras lenguas y otras culturas.

La discusión fue, en todas las mesas, de excelente nivel y amplios alcances. Ya desde la mañana del primer día se hizo evidente para todos los y todas las participantes que se trataba de atreverse a revisar muy radicalmente una cantidad de conceptos y de pre-conceptos que las crisis siempre sacuden y obligan a pensar, y que esta crisis que atravesamos este año fue particularmente eficaz para sacar a luz. La “intemperie” de la pandemia, sumada a (y articulada con) lo que varias exposiciones coincidieron en llamar “la intemperie del neo-liberalismo”, nos obligan –señalaron los organizadores en el arranque– a repensarnos, a re-inventarnos y a repensar y reinventar la propia Universidad. “Tal vez los conceptos nos empiezan a quedar cortos”, subrayó Gustavo Ruggiero, profesor de Filosofía de la Universidad. Pero no se trató solo, durante estos meses, de inventar nuevos conceptos para pensar, sino también, y al mismo tiempo, de tomar decisiones didácticas novedosas, de revisar lo que se enseñaba y el modo en que se lo hacía, y de hacer de todo eso motivos para la reflexión sistemática, como indicó Pablo Imen, del Instituto Universitario de la Cooperación, y para la propia enseñanza, como sugirió Karina Benchimol, investigadora docente del área de Educación del IDH. También de repensar las maneras de vincular los esfuerzos docentes, investigativos y de articulación de la Universidad y sus equipos con las organizaciones sociales del territorio, varias de las cuales estuvieron representadas en las jornadas por dirigentes de amplia experiencia que explicaron el tipo de militancia que venían desarrollando (en algunos casos desde hace muchos años), destacaron la importancia de la articulación con la Universidad y sus equipos y expresaron su expectativa de profundizarla y expandirla.

En todas las discusiones sobrevoló la importancia de recuperar la idea (establecida en sendas importantes declaraciones finales de las Conferencias Regionales de Educación Superior del IESALC-UNESCO de los años 2008 y 2018, en la legislación positiva argentina y en el Estatuto de la UNGS) de la educación superior como un derecho humano universal, al mismo tiempo que se buscó por diversas vías enriquecerla y amplificarla. Volvió en este punto la discusión sobre el neoliberalismo, esta vez en relación con la necesidad de romper con los prejuicios que acarrea el sentido común neo-liberal si se quiere democratizar una sociedad. El neoliberalismo, señaló Graciana Peñafort, “se basa en la mansa aceptación de que el otro no tiene derechos”, y una educación en los derechos que todo el mundo tiene que tener y tiene que saber que tiene debe ser por lo tanto una educación capaz de pensar a ese “otro” de otro modo. Una educación “para el otro”, sugirió Peñafort: para el reconocimiento de su existencia y de su dignidad. Y se hizo presente también otra discusión, del más alto interés, traída a la conversación por las representantes gremiales de lxs docentes (Nuria Yabkowsky) y lxs nodocentes (Sabrina Volguein) de la UNGS: la discusión sobre la necesaria complementariedad entre ese derecho universal a la Universidad, que lo es tanto de los ciudadanos (de los individuos, de los y las jóvenes que aspiran a cursar y a terminar en ella sus estudios) como del pueblo entendido como un sujeto colectivo, y los derechos laborales de los trabajadores de las universidades, cuya realización es necesario que todo el mundo entienda – coincidieron ambas expositoras – que no viene a perturbar sino a enriquecer la vida de nuestras instituciones. Es con los sindicatos – indicaron ambas – que es necesario pensar nuestras universidades del futuro.

El investigador docente Walter Pengue, del Instituto del Conurbano de la Universidad, presentó los problemas que acarrean los agravios que la humanidad viene infringiendo a la naturaleza y destacó las luchas de los campesinos del mundo, más que la de los Estados y la de una academia demasiado entrampada –señaló– en sus propios sistemas internos de reconocimiento, en pos de la soberanía alimentaria de los pueblos. Y los economistas Germán Pinazo, del Instituto de Industria, y Ricardo Aronskind, del IDH, consideraron la situación actual del país y de la Universidad. Pinazo mostró con preocupación todo lo que la actual gestión del gobierno nacional no revisó de las políticas de orientación antipopular del gobierno anterior, y destacó el fuerte ajuste sufrido por el presupuesto universitario y por los salarios de los trabajadores de las universidades. Aronskind ponderó la acción de la UNGS en la emergencia sanitaria y dirigió sus críticas a los sectores dominantes del empresariado nacional, cuya cultura y cuyas prácticas los vuelven el sector más pobre del triángulo que conforman o que deberían conformar con el Estado y las universidades. Mirando al interior de estas últimas en general, y de la UNGS en particular, varios de los participantes del encuentro señalaron la importancia de alentar el debate público de ideas y proyectos, de generar una agenda política que no dependa de las orientaciones de la política pública y de contar para ello con las capacidades y la experiencia de todos los sectores y de todos los claustros de la vida institucional. Hubo una general coincidencia en celebrar la realización de la reunión y en promover la multiplicación de espacios de discusión informada, lúcida y crítica sobre la marcha de los asuntos públicos en general y de la vida de la Universidad en particular.