CUADERNOS DE DE LA LENGUA.
Actores y soldados. Cinco ensayos hamletianos. Eduardo Rinesi. “Cuadernos de la lengua”, Ediciones UNGS. Los Polvorines, 2016.
El ensayo, para Theodor Adorno, es una forma de la libertad que prescribe una moral del trabajo más que una jurisdicción. La relación de amor y/u odio con un objeto más que el desarrollo de una metodología cierta es condición para la creación material a partir de la nada o de lo disperso. Eduardo Rinesi ha considerado el teatro de Shakespeare, y en particular Hamlet, como balance de los conflictos representados en el cruce de dos temporalidades históricas, el mundo tardo medieval y la modernidad temprana, pero también, y acá reside la novedad de su pensamiento, supo evaluar esas producciones más allá (o a pesar) de su poderosa condición de monumentos de la cultura, para situarlas en el plano en el que, como construcciones ideológicas, se despliegan a través del tiempo y de los escenarios políticos. Si de toda obra de arte cabe esperar una función instrumental, la lectura de los ensayos de Rinesi sugiere la esperanza de que la herramienta, más que engranaje de lógica indiscernible, pueda accionarse por sí misma a través de la crítica: actores y soldados son fantasmagorías que pueden convivir y confundirse entre el polvo de la historia y la cultura.
No es un juego de palabras que para el autor la política y el teatro se encuentren a menudo dramática o trágicamente. Ya se trate de que la escritura y el montaje sean indistinguibles del contexto social, o bien porque hay una deliberada reflexión sobre la política de la época y sobre la sociedad en la escena, el teatro se presenta en la escritura de Rinesi como una construcción en la que convergen voces y acciones, a veces históricas y a veces imaginarias, pero siempre mutables y vívidas.
En esta colección de ensayos sobre Hamlet, Rinesi propone el texto shakespeareano como inflexión histórica y como registro de la crisis de origen de la Modernidad y de sus instituciones. Una institución de la cultura es, por cierto, la traducción (que lleva implicada una política). El ensayo “No es posible que nos entendamos” va más allá del problema de la comprensión y del sentido para preguntarse, en torno a la obra de Shakespeare, si es posible esa operación. A la par de ese problema, Rinesi introduce otro que abarca y cuestiona nuestro presente: el descubrimiento de un abismo, el de la certidumbre de la imposibilidad de traducir la experiencia, que acarrea el carácter opaco de la realidad. Esa tragedia se extiende también sobre la realidad de Hamlet como texto: si sus personajes no encuentran en el lenguaje “un piso firme donde hacer descansar la idea de que las palabras pueden tener significados ciertos, verdaderos e incuestionables”, esa fatalidad recae también sobre su traducción, que, así, se ve conducida al terreno de la tentativa, del ensayo. Rinesi propone una genealogía, más que del problema, del problema delimitado por sus lecturas, y caprichosamente conduce a su lector por un itinerario que lleva de Hobbes a Locke y de Derrida a Visconti, pasando por Lacan y Marx. Placeres del ensayo.
Asimismo, en “Juegos de palabras”, Rinesi explora las estrategias lingüísticas del príncipe danés en el laberinto cortesano, un ámbito en el que la palabra queda librada a la ambigüedad y la duda. El caos se desenvuelve sin dejar prefigurar una forma en el futuro. Se presiente, en esta urgente asimilación de Shakespeare, un síntoma del ensayo que devuelve al poeta a su rol de pensador de su época y de cualquier otra época. El ensayo “La tragedia de la cultura” parte de una genealogía de la cultura y dirime entre los fantasmas del pasado y los del futuro la actividad de una época desquiciada. El joven Hamlet, un cuerpo constante en la reflexión de Rinesi, se vuelve también para nosotros un fantasma que nos fuerza a mirar un futuro por lo menos poco halagüeño.
El volumen completa, con “Correspondencias, deslizamientos y apariciones” y “Actores y soldados”, un valioso aporte para la lectura y discusión de una obra que se levanta por encima de su época y que supera su materialidad literaria y teatral.
Juan Lázaro Rearte
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