BRASILEÑOS.
Clásicos
En esta página se presentan dos nuevos títulos de la serie “Estudios brasileños” de las ediciones UNGS: uno de un autor clásico y fundamental de la sociología latinoamericana, Florestan Fernandes, presentado al público argentino por Horacio González, y otro de uno de los textos del gran antropólogo Roberto Cardoso de Oliveira, introducido por Alejandro Grimson.
El negro en el mundo de blancos.
Florestan Fernandes.
Traducción: Mariana de Gainza.
Ediciones UNGS. Colección Políticas, política y sociedad. Serie “Estudios brasileños”. Los Polvorines, 2017
La colección “Estudios Brasileños”, compuesta de traducciones de autores centrales de las ciencias sociales de ese país, cuenta con un notorio antecedente. En la década de 1930, el Ministerio de Instrucción Pública de Argentina –narra Gustavo Sorá– impulsa una colección de libros de literatura brasileña. Se encarga del pasaje de lenguas Benjamín de Garay, cuyas traducciones de algunos clásicos siguen siendo reeditadas. Tradujo, entre otros títulos, Casa grande y senzala de Freyre, Os sertões de Da Cunha, Urupés de José Monteiro Lobato. En correspondencia con Graciliano Ramos, el traductor le sugirió la escritura de relatos o novela nordestinos, y Ramos cumple con Vidas secas.
Si en aquella colección brillaba la interpretación de Gilberto Freyre sobre la determinante africana en la fundación de la nación, y se hacía con la festiva consideración de una mixtura posible más allá de la crueldad de la esclavitud, en esta otra serie aparece una suerte de respuesta polémica. Se trata de El negro en el mundo de los blancos, de Florestan Fernandes, que compila una serie de ensayos surgidos de investigaciones alrededor del problema racial brasileño, traducido por Mariana de Gainza y prologado por Horacio González.
En estos artículos, Fernandes interroga la ilusión de la democracia racial, el mito que encubre posiciones de servidumbre de gran parte de la población negra. Los enunciados racistas fueron desplazados, pero no abolidas las consecuencias de la esclavitud. La brasileñidad es demasiado pobre para las aventuras del mundo. Al portar irredento su pasado esclavista, lo continúa por otros medios, como desigualdad e implícito racismo. Martínez Estrada pensaba que el crimen no reconocido de la guerra contra el indio persistía como trauma que impedía reconocer las injusticias del presente. Igual fondo crítico respira aquí el intento de despejar la pesada herencia de un modo colonial de tratar las poblaciones.
María Pia López
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