INVESTIGADORAS DE LA UNGS.
Hace no mucho tiempo, en una charla para un público no especializado, una investigadora le pidió a los presentes que mencionaran a científicas relevantes de la historia. El único nombre que surgió fue el de Marie Curie, física polaca nacionalizada francesa, primera mujer en ganar el premio Nobel en 1903, y la primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas disciplinas: física y química. Sus logros en el campo científico son inobjetables, pero en general el suyo es el único nombre que se recuerda y además se la recuerda con su apellido de casada, y no c omo Marie Skłodowska, aunque suene difícil.
¿Son pocas las mujeres que hacen ciencia? No, no lo son. Solo falta visibilizar su tarea, hacer conocer su historia, mostrar su recorrido y sus logros. De hecho, las mujeres recorrieron un largo camino para lograr su inserción en el mundo científico, al igual que en otros ámbitos de la vida pública y social. A lo largo de la historia fueron acusadas de brujería por practicar la alquimia –los inicios de la química moderna–, tuvieron que vestirse como hombres para hacer ciencia y usaron seudónimos masculinos para que sus ideas fueran publicadas en revistas científicas y tomadas en cuenta por la academia.
En las últimas décadas, la cantidad de mujeres que participan en el sistema nacional de ciencia y técnica argentino creció exponencialmente. Según datos del Conicet de 2018, existe una paridad de género en el número total de investigadores e investigadoras científicas. Sin embargo, a medida que la carrera avanza, el número de mujeres disminuye: solo el 23 por ciento de los investigadores superiores del Conicet son mujeres. Esto se debe a que las mujeres todavía enfrentan barreras, algunas no tan visibles, en el desarrollo de su carrera profesional y para participar en lugares de toma de decisiones.
“Así como decimos que es bueno que la diversidad de culturas que constituyen una sociedad este expresada en esa sociedad, en las estructuras de poder, en las formas de socialización y de educación, también es positivo para la sociedad que la diversidad de géneros esté presente en todos los ámbitos de trabajo y, en particular, en la producción de trabajo científico y tecnológico”, afirma la socióloga María Elina Estébanez, investigadora del Centro Redes, que estudia la situación de género en la ciencia, la tecnología y la innovación. “La presencia de varones y de mujeres de manera equitativa en la ciencia”, enfatiza la especialista, “es un aspecto importante, necesario y positivo en nuestra sociedad, en términos de la diversidad de perspectivas, de valores, de formas de representación y de modos de trabajo”.
Una de las formas de visibilizar esta problemática es dando a conocer el recorrido y el trabajo de distintas mujeres que se dedican a la ciencia y a la tecnología. Con esa intención nació Biografías, historias de mujeres en la ciencia, una serie de entrevistas que se publicarán, todos los viernes desde el 6 de marzo, en el sitio web de la UNGS y, en formato podcast, en FM La Uni, la radio de la Universidad.
Biografías cuenta el recorrido personal y profesional de catorce investigadoras docentes de la UNGS, sus juegos en la niñez, las razones de la elección de la carrera, las personas que las inspiraron y las inspiran, los desafíos que debieron enfrentar a lo largo de sus carreras, la vida familiar, las posibilidades de ocupar cargos jerárquicos y también sus proyecciones para el futuro. Incentivar las vocaciones científicas entre los más jóvenes, incluir la perspectiva del género en las currículas de las materias, y la comunicación de las investigaciones a un público amplio, fueron otros de los temas que se abordaron.
Las entrevistas se realizaron entre noviembre y diciembre de 2019 a las investigadoras docentes titulares y asociadas, a la rectora de la Universidad (actualmente en uso de licencia) y a las tres decanas que hoy tiene la UNGS. Ellas son, por orden alfabético: Andreína Adelstein, lingüista; Andrea Catenazzi, arquitecta; Magdalena Chiara, antropóloga; Gabriela Diker, pedagoga; Patricia Dip, filósofa; Marcela Falsetti, matemática; Alejandra Figliola, matemática; Sandra Gayol, historiadora; Alicia Novick, arquitecta; Silvana Ramírez, química; Mabel Rodríguez, matemática; Adriana Rofman, socióloga; Sonia Roitter, economista, y Flavia Terigi, pedagoga.
¿Existe una ciencia femenina? Fue una de las preguntas que respondieron todas las entrevistadas. Las respuestas fueron variadas, como lo son también las disciplinas a las que se dedican, los recorridos profesionales y las experiencias personales.
Marcela Bello
Andreína Adelstein
Lingüista, investigadora docente asociada IDH
“Creo que uno tiene que hacer investigación básica, pero también tiene que transmitir eso y poder modificar la calidad de vida de la gente. La lingüística aplicada trata de mejorar problemas en la comunicación. Lo que hago en la UNGS tiene mucho que ver con esta vinculación de la investigación en articulación con la enseñanza de la lengua. Un diccionario de neologismos puede parecer divertido, pero también puede ser utilizado como un recurso para enseñar estructuras lingüísticas, y permitirle ver a los estudiantes que ellos pueden crear palabras”.
Andrea Catenazzi
Arquitecta, investigadora docente asociada y decana del ICO
“El primer día que fui a la universidad me moría de miedo. Yo venía de una escuela chica, de monjas, e iba a un mundo extraño. A mi familia le no le parecía que era algo muy adecuado, pensaban que era innecesario el estudio universitario y que, en cambio, podía dar clases de inglés en mi casa o hacer un profesorado. La verdad en ese momento no fue fácil. Aunque sigo contando mi carrera como una sucesión azarosa de hechos, evidentemente tenía que tener una firmeza porque si no tendría que haber hecho otra cosa. Pero seguí, y después mis padres me apoyaron en muchas cosas”.
Magdalena Chiara
Antropóloga, investigadora docente asociada ICO
“Yo entré a la universidad en el 77, una universidad en la que te palpaban de armas antes de entrar. Filosofía y Letras estaba en Independencia al 3000, era un sitio muy espantoso, había una comisaria en la entrada. A pesar de eso, yo pude ir armando mi lugar en el mundo, pude encontrar amigas, que hoy siguen siendo grandes amigas aunque no las vea todo el tiempo, y rápidamente, en el 79, encontré la militancia política, y para mí esa fue la razón de ser de estar en la universidad”.
Gabriela Diker
Pedagoga, rectora de la UNGS (en uso de licencia)
“No hay ninguna duda de que en todos los campos de la ciencia el androcentrismo es el que ordena los temas que se estudian, la relevancia de estos temas, e incluso las categorías conceptuales que se abordan y que todas terminan teniendo un efecto de reforzamiento de la jerarquía varones y mujeres. Creo que hay temas, abordajes, enfoques que consolidan estereotipos y otros que los develan, primero, y después los rompen”.
Patricia Dip
Filósofa, decana del ICI
“Indudablemente el rol de los investigadores es un rol social, yo no tengo ninguna duda de eso, en el ámbito de la filosofía es algo muy complejo porque creo que es una de las carreras con la más elitista de las visiones, una de las carreras que se fue deconstruyendo a sí misma. Creo que la carrera de filosofía ha sido esto que describo y se está convirtiendo en otra cosa gracias a, justamente, la presencia de jóvenes investigadores que entienden que la filosofía tiene que tener un efecto social o morir en el intento”.
Marcela Falsetti
Matemática, investigadora docente asociada IDH
“El click lo hice en cuarto año, cuando una profesora empezó a hacer preguntas relacionadas a la naturaleza de los objetos matemáticos y yo me encontré con que no tenía respuesta para eso. Y la verdad es que me gusto profundizar en esas cuestiones y en el grado de abstracción que el enfoque de esta profesora me ofrecía. Me atrapó desde ese lugar y me gustaba tanto que creí que podría ser una buena profesora de matemática. Pero después la ciencia me gustó tanto que decidí profundizar”.
Alejandra Figliola
Matemática, investigadora docente asociada IDH
“Yo nací en el barrio de Caballito, justo en diagonal al edificio donde ahora está la Facultad de Filosofía y Letras, en la calle Púan y Pedro Goyena. En esa época no estaba la facultad, había una fábrica de cigarrillos. Era un barrio de casas bajas, con una extraordinaria escuela pública, en la cual me forme en los años 60, y también una muy buena escuela secundaria. Así que toda mi educación se la debo al estado argentino y al pueblo argentino, y yo lo reconozco en todos los lugares donde lo pueda reconocer”.
Silvana Ramírez
Química, investigadora docente asociada ICI
“Las primeras experiencias laborales fueron en laboratorios de análisis químicos, pero llegó el momento en el que me di cuenta que la rutina no era la mío. Yo quería hacer cosas nuevas, desarrollar, investigar. Ahora puedo ponerle nombre, investigar. En esa época no tenía un nombre, sí sabía que había gente que hacia investigación, pero nunca lo había relacionado. Así que convencida de que estar en la industria no era suficientemente alentador o incentivador para mí, me acerqué a la facultad nuevamente”.
Flavia Terigi
Pedagoga, decana del IDH
“Es muy difícil para un pibe de secundaria que tiene que tomar una decisión sobre qué va a estudiar, representarse qué es hacer ciencia. No creo que ahí haya una singularidad en el hecho de que sea una piba, que sea un pibe. Lo que hay es una visión de la ciencia muy ajena, muy de laboratorio y muy poco conocimiento por ejemplo de las ciencias sociales que es un tipo de ciencia muy particular, diferente de las ciencias experimentales o de las ciencias exactas, pero que tiene muchísimas potencialidades en la resolución de los problemas en los que nos encontramos. Casi todos los problemas que tenemos son sociales”.
Sandra Gayol
historiadora, investigadora docente titular ICI
“Cuando empecé la universidad no era feminista, para decirlo en un término actual, en el sentido de que no era consciente de las desigualdades horizontales y verticales que había entre hombres y mujeres y no era sensible a las interpelaciones que hacían las personas de mi género. A mediados de los 80 estaba más preocupada por los estragos de la dictadura. Ahora con toda el agua que ha corrido, yo también me he mirado y he hecho un ejercicio de auto reflexividad, y hay cosas que en ese momento no me gustaban y no me generaban la violencia que me generaron después. Evidentemente atravesé y experimenté situaciones sexistas”.
Adriana Rofman
Socióloga, investigadora docente asociada ICO
“En mi carrera no he tenido las mismas posibilidades que un varón para desarrollarme profesionalmente y eso que tuve las mejores condiciones que una mujer pudiera elegir, porque vengo de una familia en la cual era obligatorio hacer estudios universitarios y tengo un marido para quien siempre su carrera valió tanto como la mía y con el que hemos compartido las tareas domésticas y la crianza de los hijos. Una de las dificultades que puedo identificar es el lugar que las mujeres le damos a nuestra carrera por la socialización que hemos recibido, y otra, que es muy invisible, es que la palabra de las mujeres sigue valiendo menos que las palabras de los varones”.
Sonia Roitter
Economista, investigadora docente asociada IDEI
“El interés por ciertas carreras está vinculado a una cuestión cultural, de educación. El tipo de libros que se les dan a leer a niños y los que se dan a las niñas, los juegos, el tipo de actividades. Lo importante es que cuando haya un chico o una chica que se interese por algo, se lo incentive y no se lo frene”.
Mabel Rodríguez
Matemática, investigadora docente asociada
“Cuando estaba en la secundaria me encantaba la matemática. No tenía idea de para qué servía, ni cuál era la funcionalidad o finalidad de las cosas abstractas que nos daban en ese momento, pero me divertía resolver esos ejercicios largos y complicados. Entré a la carrera sin tener idea de cuál era el campo laboral de un licenciado en matemática. Pero nada me impidió seguir, me gustaba la matemática y allá fui, a develar los misterios de la matemática y de las perspectivas que podría abrir esa carrera”.
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