COLECCIÓN FILOSOFÍA DE A PIE.
La libertad. Cecilia Abdo Ferez. Ediciones UNGS. Colección Filosofía de a pie. Los Polvorines, 2021.
El precioso libro de Cecilia Abdo Ferez en la colección “Filosofía de a pie” viene a intervenir en la conversación actual sobre lo común para mostrarnos, por un lado, todo lo que se perdería de una discusión de varios siglos si terminara de consumarse en nuestras sociedades el abandono que vienen haciendo las izquierdas (y la correlativa apropiación por las derechas) del lenguaje de la libertad, y, por otro, todo lo que hay que agregar a esa discusión si queremos poner esa vieja idea a la altura de las nuevas exigencias de la sociedad contemporánea. Abdo comienza sugiriendo que la historia de la libertad es la infinita historia de las desobediencias, de todas las veces en que alguien (un individuo, un pueblo) “ha dicho que no”: le ha dicho que no a no importa qué dominio o señorío, y al hacerlo, al rebelarse (al des-identificarse, al sacudirse su propio yo subordinado), también se ha revelado como el sujeto de esa libertad de ese modo conquistada. Sendas clásicas y conocidas conferencias de Benjamin Constant en 1819 y de Isaiah Berlin en 1958 le permiten después volver sobre la clásica distinción entre la libertad “negativa” y la “positiva”, entre el liberarse de y el liberarse para, e insistir sobre el carácter trágico del pensamiento del filósofo de Riga y sobre las buenas razones que podemos encontrar, inspirándonos en su “weberiana” comprensión de que vivimos entre mundos valorativos inconmensurables, para rechazar las consecuencias, en términos de coacción y de pérdida de la libertad, de la tradición racionalista que querría que fuera cierta su pretensión contraria de una posible, utópica o final (¿pero mientras tanto?) transparencia universal de las conciencias. Sin embargo, la contraposición entre estas dos famosas formas de la libertad no agota toda la discusión sobre el asunto: Abdo es especialmente sensible al argumento que, de Hegel a Honneth, enseña que nadie puede ser libre en una sociedad que no lo es. Pero que no lo es no porque esa sociedad sea, como tal sociedad, esclava de los caprichos de un tirano o de un ejército invasor, como podría decir un Quentin Skinner justificando su idea de libertad “republicana”, sino porque está compuesta por hombres y mujeres despreciados y humillados (de Cambridge, pues, a Frankfurt) que reclaman un tipo de libertad que Abdo prefiere llamar “social”, sostenida sobre el universal reconocimiento de los otros. El problema (no: el desafío) es que esos otros son hoy una cantidad de hombres y de mujeres y de disidencias genéricas y de todo tipo que buscan y todavía no encuentran un lugar en este mundo. Que es además un mundo (y esto sí es un problema) desigual e injusto, gobernado según una despiadada lógica económica, en el que las izquierdas han trocado la exigencia de libertad por la de protección y la vieja palabra “libertad” aparece enarbolada por la derecha para cercenar los derechos de las mayorías. Pensar estos formidables desafíos es la tarea que nos deja este pequeño gran trabajo.
Eduardo Rinesi