COLECCIÓN PRENSADORES Y PENSADORAS DE AMÉRICA LATINA.

 

Julieta Kirkwood. Políticas del nombre propio. Alejandra Castillo. Ediciones UNGS. Colección Pensadores y pensadoras de América Latina. Los Polvorines, 2020.

Mary Louis Pratt escribe un ensayo breve pero fundamental: “‘No me interrumpas’: las mujeres y el ensayo latinoamericano.” Toma la expresión de un texto de Victoria Ocampo, que discute la persistencia del monólogo masculino, aún bajo la apariencia de diálogo. Pratt la toma para pensar la ensayística latinoamericana a partir de una constatación: ¿qué es lo que resulta, una y otra vez, antologable? ¿Qué textos y autores están en las antologías? ¿Quienes integran el canon del ensayo de la región? Ese canon es, claramente, masculino. ¿No hay ensayistas mujeres, acaso? Julieta Kirkwood escribe: ¿O su voz interrumpe el monólogo o habla en una lengua que no puede ser incorporada en ese canon porque es reducida a testimonio? La hipótesis muy sugerente de Pratt es que lo que solemos leer como ensayo latinoamericano es el ensayo de identidad o de interpretación nacional (que va de Sarmiento a Mariátegui, pasando por Freyre, Ortiz o Martínez Estrada, entre muchos otros), pero que hay otra tradición ensayística que es el ensayo de género: el que las escritoras fueron desplegando para reclamar derechos, igualdad y autonomía. Demandas que lejos de abonar a la construcción de una identidad común, la hacían estallar por lo que esa identidad borraba.

Preámbulo porque si los primeros nombres que poblaron esta colección venían cantados, el de Julieta Kirkwood restalla en su diferencia. Historiadora y filósofa chilena, dejó preciosas reflexiones. Cuando lo latinoamericano se piensa desde el feminismo, se resquebrajan los modos tradicionales de concebir la política y la identidad misma de la región.  Porque lo nacional no se puede pensar sin su deuda patriarcal, los autoritarismos militares hicieron pie en la tradición familiar y la crítica de las izquierdas no pudieron desmontar esa complejidad. Si “las mujeres reconocemos, constatamos, que nuestra experiencia cotidiana concreta es el autoritarismo. Que las mujeres viven –siempre han vivido– el autoritarismo en el interior de la familia, su ámbito reconocido de trabajo y de experiencia”, entonces la crítica al autoritarismo, su efectivo desmonte, no está en la afirmación de la democracia formal, sino en la transformación práctica de la vida, la sexualidad y los afectos que plantean los feminismos.

Alejandra Castillo, filósofa y escritora, presenta una gran interpretación sobre la obra de Kirkwood. Amable con les lectores que no conocen a la autora de  Tejiendo rebeldías, escribe a la vez una introducción y una interpretación propia y original.  Al modo en que lo hizo con otra filósofa mucho más visitada, Simone de Beauvoir, aquí la lectura de Castillo se tensa sobre una argumentación precisa. No se distrae: apresa los textos porque “se hace necesario elaborar un trabajo de escritura, teoría, práctica y deseo capaz de inventar lo en común destruyendo el viejo orden patriarcal”. Entre los varios y fundamentales hilos que recorre, me detengo en un concepto central de Kirkwood: la de los nudos como metáfora de una política feminista. La primera vez que leí a Kirkwood fue a partir de algunas citas que Alejandra Castillo tomaba en un artículo sobre el mayo de la rebelión feminista de 2018 en Chile. Sus obras están digitalizadas en la Biblioteca Nacional de Chile. Pero no habría llegado sin esa actualización que hace una filósofa contemporánea y la lucha callejera. Crear una biblioteca, producir una genealogía, son parte de nuestras tareas políticas y del proyecto más amplio de seguir abonando a una América Latina menos injusta.

María Pia López