COLECCIÓN EDUCACIÓN.

Manifiesto por una escuela filosófica popular. Walter Kohan y Maximiliano Durán. Ediciones UNGS. Colección Educación. Los Polvorines, 2020.

 

Pensar y vivir otra escuela que la que estamos viviendo es lo que pretende este Manifiesto. Es necesario decirlo de entrada: una escuela hospitalaria, igualitaria, irreverente, emancipadora y comunista. Cinco principios para una escuela filosófica popular. Pero principios como inicios, dicen los autores. Inicios de una escuela, de otro mundo educacional. Un manifiesto es una toma de posición; en este caso, una afirmación del pensamiento que al tiempo que denuncia el presente de un mercado que fija las prioridades educativas, transforma ese mismo gesto de denuncia en una proposición abierta a la invención de otro mundo.

Y este manifiesto no puede leerse sin tener en cuenta el lugar central que ocupan en sus páginas la vida y la apuesta pedagógico-política revolucionaria de Simón Rodríguez. Una vida, la de Rodríguez, menos conocida en las aulas argentinas que la de otros pedagogos que nacieron la patria grande. Si la escuela popular es una invención latinoamericana del siglo XIX, esa invención lleva marcado el nombre de Simón Rodríguez, “el Sócrates de Caracas”, en la inmejorable definición que dio de su estatura su célebre alumno y luego compañero y jefe político Simón Bolívar. Han hecho muy bien Durán y Kohan en reponer su vida y su pensamiento en las páginas de este manifiesto. Porque nuestras ilusiones vienen desde antes, al igual que nuestros males. Y del mismo modo que la palabra y la acción educadora emancipatoria de Rodríguez irrumpen en su tiempo para subvertir un orden colonial de castas, este manifiesto irrumpe también en un contexto socio-político que pretende subvertir: el del dominio opresor de gobiernos de derecha en América Latina, neo-golpistas en algunos casos, capital-parlamentarios en otros. No es necesario abundar en las características de las políticas educativas que propone la lógica del mercado. Ya las conocemos. Baste pensar en la privatización de la vida y el avance del consumo ilimitado para imaginar que la subjetividad pedagógica que esa política necesita es justo la opuesta, radicalmente, al principio de lo común que anima este manifiesto. Los saberes no puede ser lujo: deben ser comunes. Un principio comunista para compartir los saberes y los afectos. Una escuela donde se materialice lo común de unos y otros. Una escuela, entonces, donde nadie puede quedar afuera.

Una última palabra. Estamos acostumbrados en el mundo académico a una forma dominante de filosofía. Kohan y Durán, en este Manifiesto, ponen en juego mucho. Como lo pretenden, en general, los manifiestos, pero sobre todo, como lo pretende una vida que se piensa a sí misma como una vida filosófica. Al decir de Pierre Hadot, filósofo es quien integra el discurso a la vida, no solo el que maneja conceptos. Del Sócrates de Atenas al de Caracas, un hilo invisible teje el sueño emancipatorio de la filosofía. Está usted invitado, queridx lectxr, a entrar en el laberinto de ese sueño.

Gustavo Ruggiero