ENTREVISTA

 

Inquebrantable militante político, social y culutral, Julio Azzimonti fue entrevistado por Gustavo Ruggiero en Noroeste, programa emitido por UNITV. Dice estar enamorado de la región por su mezcla de culturas y líneas estéticas. “Para mí eso es vida y creo que va a ser la nueva literatura del mundo”, pronostica. Hoy sigue ofreciendo su taller de talla y calado de la madera en el Centro Cultural de la UNGS.

Poeta, escultor, militante, escritor, docente. En sus diversas facetas, Julio César Azzimonti fue trazando el camino de su vida siempre bajo un vínculo intenso y profundo con la cultura y el compromiso político-social. “No escribí mucho sobre mí, lo necesario. A mí me interesa el entorno, otras personas”, dice, entrevistado por Gustavo Ruggiero en el programa Noroeste, que se emite en www.uni-tv.com.ar.

Julio nació en Zárate, provincia de Buenos Aires, en 1943. Su niñez y su adolescencia transcurrieron en el barrio porteño de Villa Urquiza. De hablar apacible y ojos luminosos, cuenta que su pasión por la literatura nació en el secundario, en la escuela Reconquista. Allí comenzó imitando a escritores que le gustaban, como el español Pedro Salinas. “Lo transcribí tanto y le cambié tantas palabras que un día descubrí ‘pero si esto ya no tiene nada que ver con Salinas’; ahí empecé, me largué”, recuerda.

El acercamiento a la política y a la militancia también fue temprano. Su abuelo tenía una unidad básica en 1947. En esa etapa, dice haber vivido “los mejores años” de su vida, una experiencia “más importante que leer libros sobre política”. Más adelante, en la secundaria, participó en las históricas protestas de 1958 en torno al debate de “Laica o Libre”. Luego llegaría la militancia orgánica.

La vida, el amor y la necesidad lo llevaron a Los Polvorines. Su compañera, una maestra recién iniciada, era de la zona. Él dejó su trabajo y se instalaron en la región. Junto a un grupo de vecinos fundaron la primera biblioteca, a la que llamaron “Almafuerte”. “Siempre colaboré en lugares donde era necesario hacer cosas y siempre entendí que hay que hacerlo colectivamente”, remarca con firmeza.

Ese interés por lo colectivo y el compromiso político se refleja en su escritura y sus proyectos. Julio dice que nunca le interesó hacer una carrera de escritor “individual”. Como un modo de generar oportunidades, fundó la Asociación de Escritores y Lectores de General Sarmiento. Según cuenta, él no tuvo ese tipo de posibilidades y su “carrera”, en cambio, se inició por azar: un día lo llamaron del diario La Prensa para avisarle que iban a publicar un cuento suyo que les había acercado meses antes.

La rueda comenzó a girar. Colaboró en medios nacionales, dirigió revistas literarias y culturales y publicó Acerito (1988) y Lo que vendrá (1995). “En todos mis libros hay política, metaforizada, simbolizada”, dice al destacar el siempre presente enfoque político- ideológico. En 2013 publicó La canción de María Morena, un libro-cd musicalizado por Oscar Peretto. Se trata de un poema sobre pobladores del Conurbano olvidados del mundo. Julio asocia esa obra a los poemas épicos y el relato oral. “La literatura es una épica”, se entusiasma.

El rol de formador también es parte de su camino. En la actualidad dejó la mayoría de los talleres que brindaba pero continúa enseñando talla y calado de la madera en el Centro Cultural de la UNGS, una práctica que considera liberadora. “Cualquier actividad intelectual, pero fundamentalmente la obsesión por escribir, necesita respiro”, asegura, como intentando explicar una suerte de traición a la escritura.

Lejos de la nostalgia, Julio mira con ojos maravillados la diversidad de expresiones culturales actuales. “Recuerdo –dice– cómo empezamos nosotros y veo ahora estas explosiones gigantescas que hay en el Conurbano, de creatividad de todo tipo. Me gusta mezclar, por eso soy un enamorado del Conurbano, donde confluyen culturas, religiones, líneas estéticas. Para mí, eso es vida y creo que va a ser la nueva literatura del mundo”.

 

Analía Fasoletti

 

Faros de una región. (Sobre Noroeste)