COLECCIÓN HUMANIDADES.

 

Saberes y prácticas escolares en torno a la historia contemporánea y reciente. María Paula González (comp.). Ediciones UNGS. Colección Humanidades. Los Polvorines, 2021.

El libro compilado por María Paula González problematiza desde múltiples aristas el tratamiento escolar de la historia reciente. Resultado de líneas de investigación con una importante tradición en la UNGS, los distintos artículos que integran el volumen dan cuenta de un trabajo colectivo: despliegan una manera de hacer investigación, de construir categorías y preguntas, de leer en diversas fuentes las complejas tramas que operacionalizan en las escuelas la enseñanza de la historia.    

Una categoría atraviesa todo el libro: la de cultura escolar, entendida en tres dimensiones interrelacionadas: la político-normativa, la académica, y la empírico-práctica (Escolano Benito). Sosteniéndose en ella, los artículos abordan problemas ligados a las mutaciones en el saber histórico escolar y revisan la “materialidad” de la enseñanza de la historia en un esfuerzo por describir formas, contenidos y usos de la misma. El corpus documental es muy variado, y recorre desde los diseños curriculares hasta las propuestas editoriales y los materiales audiovisuales y multimediales producidos desde el Estado en las últimas décadas.

El concepto de cultura escolar viene acompañado del de apropiación, a partir del cual se sostiene –sobre todo en los artículos que presentan estudios de casos y revisan propuestas didácticas– la naturaleza activa y transformadora de los sujetos. Hay una insistencia en mostrarnos que los modos en que se enseña la historia no son reflejo de las intenciones de las políticas educativas, ni de las discusiones del campo de la historiografía, ni siquiera de las formas disponibles en los textos escolares, sino que los profesores trabajan sobre todo ello, procesan, transforman, traducen, y combinan de modos singulares esas intenciones. La enseñanza de la historia debe ser analizada en la complejidad de esas tramas donde se juegan las luchas por la memoria.

Una de esas disputas, la que se da entre historiografía y memoria social, aparece de manera recurrente. González y Billán nos dicen que los modos en que se introduce la historia reciente en los diseños curriculares en la década de los 90 le deben más a las memorias sociales y a otras ciencias sociales y prácticas culturales (cine, televisión) que a los debates historiográficos. Asimismo, el escrito de Carnevale sobre los actos escolares del 24 de marzo, reconoce la fuerza que conserva una narrativa anclada en las imágenes canonizadas del Nunca Más por sobre otros discursos que el campo académico viene desplegando. 

El libro también visibiliza el lugar que ocupa la escuela en esas luchas por la memoria. Me interesa destacar el concepto de reaularización que propone Billán porque –frente a un sentido común pedagógico que sobrevalora “el contexto” per se– vuelve a mirar el aula como un espacio permeable y potente de producción de saberes. El libro, en fin, constituye un estado del arte actualizado y riguroso sobre el problema y los desafíos pendientes de la enseñanza de la historia reciente en nuestras escuelas.

Natalia Fattore