DOSSIER: LA UNGS OPINA. DOCE NOTAS PARA PENSAR LA COYUNTURA.

 

Es un lugar común afirmar que la inflación en la Argentina es un problema que nos afecta a todxs. ¿Alguien acaso se atrevería a negarlo? En los medios de comunicación, solemos escuchar, ver y leer opiniones de las más diversas sobre sus causas y sus causantes: lxs comerciantes y empresarixs inescrupulosxs, la “pesada herencia” de gobiernos “populistas”, el Banco Central (hay quien incluso propone su literal eliminación), la ambición desmedida de los sindicatos, el valor del dólar… o todo esto junto.

Comencemos por formular algunas preguntas para abrir la discusión: ¿qué tipo de problema es la inflación? ¿Siempre es un problema? ¿Afecta a todxs por igual? Y si no es así, ¿quiénes se perjudican más? ¿Alguien se beneficia con la inflación? ¿Qué podría hacer el gobierno para reducirla? ¿Qué tienen que ver el dólar y la tasa de interés? ¿Por qué en la Argentina la inflación es un problema mientras que, en otros países, no sólo del mundo sino de la región (como Bolivia o Chile), no lo es?

Si nos tomamos la molestia de abrir algún manual de economía o “googlear” qué es la inflación nos encontraremos con una definición simple y contundente: la inflación es el aumento sostenido y generalizado de los precios de la economía. Esto implica que no necesariamente el aumento de un precio en particular, de un conjunto de precios o incluso de todos los precios juntos es inflación. Hay inflación solo cuando el aumento es generalizado (todos los precios a la vez), y constante en el tiempo (todos los meses).

Existe cierto consenso entre lxs economistas en señalar que la inflación se convierte en un problema cuando es elevada, es decir, cuando supera los dos dígitos en su variación anual acumulada (Argentina, por caso). Pero el asunto deja de ser tema de interés exclusivo de expertxs y afecta a la gran mayoría de la clase trabajadora cuando la suba general de precios supera el aumento de lo que se recibe como ingreso fijo en pesos (sueldo, asignación, beca, pensión o jubilación). Ahí es cuando el problema de que “todo aumenta” se traduce en una pérdida de poder adquisitivo (se pueden comprar menos bienes y “la plata no alcanza”) y en una transferencia de riqueza hacia quienes tienen ingresos variables o en moneda extranjera (los capitales más concentrados, la banca, los exportadores y los acreedores externos): unxs “compramos menos” porque otrxs pueden “comprar más”. Por lo tanto, lo que es un gran problema para muchxs no lo es para algunxs otrxs (pocxs, por cierto), que, incluso, se benefician.

Ahora bien, cuando indagamos en las causas de la inflación surgen las grandes controversias, que no son sólo “teóricas” sino que importan por sus consecuencias prácticas: según cómo se caracterice el problema será la “solución” que se proponga (es decir, la medida de política económica que se proponga que aplique el Estado). Y aquí es donde eso que parece tan simple de definir se vuelve algo difícil de resolver (le podemos preguntar al presidente, si nos queda alguna duda). Excede los límites y el objetivo de estas líneas desarrollar todas y cada una de las teorías económicas que explican la inflación. A grandes rasgos, estas teorías se dividen en dos grandes grupos: el de las teorías monetarias de la inflación (que atribuyen su causa exclusivamente a lo que ocurre con la emisión de dinero) y el de las no monetarias (que la explican por cuestiones de la llamada “economía real”, tales como la estructura productiva, la puja distributiva o la oferta y la demanda agregadas).

En cualquier caso, lo relevante a tener en cuenta en esta discusión, y que varias teorías y diagnósticos no consideran, es qué papel juega (y jugó históricamente) la inflación en la economía argentina. Esto implica pensar la inflación no como un problema en sí mismo, sino como la manifestación (el síntoma) de algo más profundo y complejo que se vincula con el modo histórico en el que se organiza nuestro proceso de producción y consumo sociales: el capitalismo. Y ocuparnos del capitalismo es adentrarnos en sus elementos más simples (la mercancía) para llegar a los más complejos (el dinero, el capital, el plusvalor, el estado, las clases sociales e incluso las formas de conciencia), incluyendo sus mediaciones, tendencias generales, leyes y contradicciones.

El paso siguiente es reconocer la forma concreta en la que éstas se realizan y se presentan en este espacio nacional en el que vivimos. Y aquí nos encontramos con que la economía argentina tiene particularidades que son las que generan de manera recurrente este “problema” de la inflación pero que, lejos de ser una anomalía o una desgracia, hace a su funcionamiento “normal” (con todas sus contradicciones) en este momento.

En suma, no podemos analizar el problema de la inflación en forma aislada y separada de la pregunta por qué es lo específico del capitalismo en la Argentina (y su lugar en la unidad mundial), del que somos parte como ciudadanxs, consumidorxs, trabajadorxs y (fundamentalmente en los tiempos que corren) como sujetxs políticxs.

Pablo Sisti

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