DOSSIER: LA UNGS OPINA. DOCE NOTAS PARA PENSAR LA COYUNTURA.

 

Los desajustes económicos causados por el gobierno de la alianza Cambiemos (Pro-UCR) son considerables, y sus consecuencias están a la vista: aumentos del desempleo, la pobreza y la indigencia, fuerte caída de la actividad económica, deterioro del poder adquisitivo del salario y del consumo, precarización laboral, inflación, bicicleta financiera, etc. Sin embargo, el desajuste que más condicionará al gobierno que asuma en diciembre de este año, sea del color político que sea, es la alarmante acumulación de deuda pública.

Cuando Macri asumió la presidencia, en diciembre de 2015, la deuda pública argentina era de aproximadamente el 47% del PIB, luego de un proceso de fuerte reducción de la deuda durante el kirchnerismo. En diciembre de 2018, la deuda pública había llegado al 100% del PIB, más que duplicándose desde aquel momento. Pero no solo aumentó la deuda, sino que también se incrementó peligrosamente la deuda en moneda extranjera, que hoy llega al 75% del total. Adicionalmente, se acortaron significativamente los plazos, con fuertes vencimientos en los próximos diez años. O sea, más deuda, más corta, y más deuda en divisa. Todo mal.

¿Qué razón esgrime el gobierno para justificar el endeudamiento? Según repiten hasta el hartazgo Macri y sus ministros, el endeudamiento se debe al déficit fiscal y a que los argentinos “gastamos más de lo que tenemos”. O sea, el día que desaparezca el déficit desaparecerá la necesidad de endeudamiento. Esto es falso por una sencilla razón: el Estado argentino no gasta en dólares (denominación de la deuda), sino que gasta en pesos. Y los pesos no pueden faltar nunca porque el Estado tiene el monopolio de su emisión. Por lo tanto, el Estado “tiene” todos los pesos que necesita, y nunca puede gastar más de lo que “tiene”, porque lo que “tiene” lo define el propio Estado.

Si el déficit no fue la causa del aumento de la deuda, ¿cuáles fueron las verdaderas razones? El problema de fondo –que el macrismo decidió “solucionar” con el fenomenal endeudamiento– es la escasez de divisa o restricción externa. ¿Por qué había escasez de divisa? Por el déficit comercial, por la fuga de capitales y por los vencimientos de la deuda. En lugar de manejar cada problema por separado e intentar equilibrar las cuentas externas con políticas activas, Macri abrió los mercados al mundo, esperando una “lluvia de inversiones” que eventualmente deberían revertir la situación. La “lluvia” nunca llegó, más bien lo contrario: aumentó la fuga de capitales. A su vez, los mercados nacionales se vieron inundados de importaciones, destruyendo la producción local y agravando los desequilibrios externos. La brecha externa creciente se cubrió con deuda pública, generando una burbuja insostenible que sólo podía sustentarse con deuda adicional.

Aprincipios de 2018 se cerraron las fuentes de financiamiento externo, lo que puso a la Argentina al borde del default. Luego de una corrida cambiaria que duplicó el valor del dólar en pesos, Macri corrió a pedir auxilio al FMI. Se firmaron dos acuerdos en tres meses, por un total de 56.300 millones de dólares, con un fuerte ajuste y políticas recesivas como condición. Los desembolsos del préstamo del FMI salvaron temporariamente a Macri del default, pero agregaron un peso considerable a los vencimientos de deuda de los próximos tres años.

Esta es la pesada herencia que dejará la alianza Cambiemos al próximo gobierno, sea del partido político que sea. Ante esta acuciante situación tenemos dos ejemplos posibles a seguir: Grecia o Portugal.

Si en las elecciones de 2019 gana el neoliberalismo (Macri, Urtubey, etc.), lo que nos espera es la salida griega. Grecia estuvo 8 años bajo acuerdos con el FMI. Como resultado, no redujo su deuda y perdió 25% de su PIB, alcanzando niveles de pobreza, indigencia y desempleo similares a los de Argentina en 2001. O sea, si gana el neoliberalismo seguirán los acuerdos con el FMI y el ajuste, vendrá la flexibilización laboral y la privatización de la Anses, se profundizará el deterioro económico y el empeoramiento de las condiciones de vida de la sociedad. No lo decimos nosotros: lo dio a entender el propio Macri en una entrevista reciente.

La mejor alternativa –la necesaria– sería seguir el ejemplo de Portugal, lo que requeriría que pierda el neoliberalismo este año. Portugal renegoció el acuerdo con el FMI imponiendo como prioridades el crecimiento económico (y no el ajuste y las demandas del sector financiero) y el mercado interno. Esta es la única salida que puede comenzar a revertir el desastre macrista. Es necesario priorizar el crecimiento, el consumo de los asalariados y sectores populares, la producción y una distribución más equitativa del ingreso. Es necesario invertir en salud, educación y jubilaciones. Todo esto requiere poner un freno a las demandas del FMI y de los mercados financieros y renegociar la deuda del macrismo, generando esquemas de repago que sean sustentables y compatibles con las necesidades del nuevo diseño productivo y distributivo.

Alan Cibils

Foto: AFP

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