LEER EN VOZ ALTA.

Abrir la boca y sacar la voz. Que las palabras no se caigan, sino que viajen y se proyecten al punto preciso e íntimo donde la sensibilidad literaria se arropa de conciencia reflexiva y memoriosa. Abrir la boca y que a viva voz nazcan historias en cada exclamación, en cada punto seguido de pasión envuelta en una letra y resucitada en un verso. Que hacerlo así sea la opción por una forma de sentir y de vivir hondo y cristalino como el mar, donde la lectura es comunitaria y las palabras una riqueza redistribuida en partecitas iguales entre cuerpos que desean el encuentro y arden como brasas cuando el sonido de las voces se vuelven un páramo. De esa potencia y de esa voluntad que bocetea lecturas refulgentes se hacen dos ciclos organizados por el Centro Cultural de la Universidad: “Noche de Luna”, programados con el Museo de la Lengua y el Museo Imaginario, y “Resonancia conurbana”, del colectivo de lectores homónimo, emprendido con el Instituto del Desarrollo Humano.

Ambos ciclos de lecturas forman parte del proyecto “Palabras en común”. Fueron pensados como oportunidad para recuperar y avivar el valor de la transmisión oral de la literatura. La lectura a viva voz, la que toma forma de cita colectiva, la que habilita la palabra y garantiza la escucha, la que conjura olvidos y conduela dolores, la que hilvana con paciencia letras para componer métricas, es sin duda alguna una poderosa herramienta comunitaria que reafirma lazos, transfiere legados que viajan por la voz y consolida experiencias vitales marcadas por la grupalidad.

Los trabajadores tabaqueros cubanos lo sabían bien. Allí, en la tierra de las revoluciones triunfantes, la de la caña de azúcar, la trova, Fidel, el malecón y el habano, en las fábricas de tabaco los obreros “trabajaban en la mesa de pensar al lado de la de ganar el pan”. Con esas palabras describía José Martí a una rica tradición ensayada con rigurosidad litúrgica en las tabaquerías cubanas. Sentados en largas mesas donde los trabajadores enrollaban el tabaco, uno por vez era eximido de sus labores para leerle a viva voz al resto de los operarios mientras duraran sus tareas en el taller. Así, entre tabaco y lectura en voz alta fue como en Cuba se transmitieron las ideas independentistas en las fábricas: las lecturas hicieron de cada mesa una tribuna avanzada de libertad.

Mucho de eso sucede en cada encuentro programado en el marco de estos ciclos. “Resonancia conurbana” propone una cita mensual con poetas y narradores, donde la lectura se envuelve de música. El objetivo es reponer la sonoridad de las palabras y hacerlas circular. Las “Noches de Luna”, por su parte, invitan a una experiencia de encuentro al aire libre donde los cuerpos, como antes lo hacían alrededor del fogón, se sienten y presienten en su cercanía, con la literatura y la oralidad como motivo. Dos horas de cuentos o poesías, de relatos hablados y de sonidos en un tiempo que se pausa solo para volver a andar. En esas citas también redescubrimos nuevas “formas de ver” contando estrellas y observando la luna con ayuda telescópica.

Ya fueron dos las “Noches de Luna”: de la primera, con cuentos de terror y suspenso, participaron la FM “La Uni” y el colectivo “Domingo Sangriento”; la segunda tuvo lugar en el marco de la vigilia cultural por el Día de la Memoria, Verdad y Justicia. Allí, desde el Museo de la Lengua, convocamos a pensar literariamente los ejes “Mujeres”, “Identidad” y “Memoria”, con el objetivo de poner en diálogo dos fechas que marcaron el pulso del mes: el 8 y el 24 de marzo. Esto tomó forma en un poemario compartido y coronado con la música de fusión de raíz ancestral de la artista y compositora Paloma del Cerro.

En estos tiempos donde la lectura se ha vuelto individual y muda, una certeza enlaza ambos ciclos: leer en voz alta y en colectivo, hacerlo hasta que las palabras trepen a la garganta y se proyecten aún más allá de donde la mirada alcanza, hasta que los cuentos y las poesías nos envuelvan, todo ello tiene mucho de fiesta y liturgia, de afirmación comunitaria y artística. Porque en cada recitado se asilan las ganas y se ahuyentan las formas solitarias de existencia y del pensar para apostar a contramano y a contracorriente a seguir encontrándonos. Es allí donde renacen fuerzas, se convalidan pasiones, crecen y se unen las magias. La transmisión oral de la literatura dibuja la topografía de un terreno que sirve de pista de lanzamiento a otra cita que valga la pena, o la alegría, fijar. Por eso, el próximo 5 de mayo, a las 18, en la terraza del Multiespacio Cultural de la UNGS, nos encontraremos en una nueva “Noche de Luna”, y el 26 en otra cita de “Resonancia Conurbana”. Porque bien lo sabemos ya, cada vez que nos reunimos hacemos que las palabras nos valgan.

Mariela Bernárdez

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